sábado, 6 de abril de 2024

Devocion de las 7 Excelencias de la Santísima Virgen del Carmen

Los cofrades del Santo Escapulario de la Virgen del Carmen rezan cada día siete Padrenuestros y Avemarías en honor de las siete excelencias que tuvo la Santísima Virgen.

Por estas siete excelencias se ha de pedir a la Santísima Virgen santidad en el alma y pureza en el cuerpo, observancia de la Ley santa de Dios, buena muerte y verse libre del Purgatorio para gozar de la vida eterna; pues, como Ella tiene prometido en la Bula del Papa, Juan XXII, amparará y favorecerá a sus devotos y Cofrades en la vida, los asistirá en su muerte y librará de las penas del Purgatorio.

LAS SIETE EXCELENCIAS

Primera excelencia
 
El haber tenido el cuerpo más perfecto y hermoso de todas las criaturas con el singular privilegio de haber sido concebida en gracia.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Segunda excelencia

El alma más santa, que Dios crió, después de la de Jesucristo, adornada de todas las virtudes y gracias del Espíritu Santo.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Tercera excelencia
 
La vida más excelente que hubo en el mundo, juntando con suma perfección las tres vidas: activa, contemplativa y unitiva.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Cuarta excelencia
 
La dignidad más aventajada que tuvo jamás criatura alguna, por ser Madre de su Criador.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Quinta excelencia
 
La muerte más dichosa que puede haber, por haber muerto de amor a su Dios.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Sexta excelencia
 
La Asunción más gloriosa que jamás se vio, acompañada de ángeles y llevada en los brazos de Cristo, su amado.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

Séptima excelencia

La coronación y gloria más soberana que se puede pensar, pues fue coronada de las jerarquías angélicas.

Después de cada excelencia se reza un Padrenuestro y una Avemaría

ORACIÓN

Virgen soberana, gloriosa Madre, Templo y sagrario de la Trinidad Santísima, Gloria de los justos, Amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas: por la purísima limpieza de pecado original; por la gracia y dones que adornan vuestra alma; por la vida que hicisteis para espejo de los justos; por la dignidad grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones; por la muerte dichosa de amores soberanos; por la Asunción gloriosa para Reina de los cielos, y por la corona de gloria que os dieron para aventajar a los Santos y Coros celestiales: os suplico, pues lo tenéis ofrecido a los que llevan vuestro santo Escapulario y procuran ser hijos vuestros, me ayudéis en vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo sirva a vuestro Hijo JESÚS, guardando sus santos preceptos, y me asistáis en mi muerte, para que en los peligros de ella, triunfando de mis enemigos, salga de esta vida en gracia y amor de Dios. Y, finalmente, en las rigurosas penas del Purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar de la vida eterna. Así sea. 

viernes, 5 de abril de 2024

Coronilla de la Divina Misericordia

Se utiliza un rosario común de cinco decenas

Oración Inicial (opcional): "Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y un mar de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh! fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros" (Diario, 1319).

1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría y Credo.

2. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:

"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero."

3. En las cuentas pequeñas del Ave María:

"Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero."

4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces:

"Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero."

Al último, éstas Jaculatorias, Oración Adicional y la oración final:

Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.

Jesús, en Tí confío.

Oración Adicional que Jesús nos pide al terminar de rezar la Coronilla:

Lléname ahora, oh Señor, con el Don del Espíritu Santo para llevar Tu Santísima Palabra a los pecadores que debo ayudar a salvar en Tu Nombre. Ayúdame a cubrirlos, por medio de mis oraciones, con Tu Preciosa Sangre, para que así ellos puedan ser atraídos a Tu Sagrado Corazón. Dame el Don del Espíritu Santo para que así estas pobres almas puedan deleitarse en Tu Nuevo Paraíso. Amén

Oración Final (opcional): 

"Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia en sí Mismos. Amén" (Diario, 950).

Según el diario de Santa María Faustina Kowalska

"Alienta a las personas a decir la Coronilla que te he dado... Quien la recite recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes la recomendaran a los pecadores como su último refugio de salvación. Aun si el pecador mas empedernido hubiese recitado esta Coronilla al menos una vez, recibirá la gracia de Mi infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a aquellos que confían en Mi Misericordia."

"Escribe que cuando digan esta Coronilla en presencia del moribundo, Yo me pondré entre mi Padre y el, no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador." 

Novena a la Divina Misericordia

La Novena a la Divina Misericordia comienza el Viernes Santo y culmina el sábado antes del Domingo de la Misericordia (Domingo posterior al de Pascua).

PRIMER DÍA

Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas.

Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita.
Acógenos en la morada de tu Compasivísimo Corazón y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el Compasivísimo Corazón de Jesús y por su dolorosa Pasión
muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

SEGUNDO DÍA

Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelas en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar mi amarga pasión.
A través de ellas, como a través de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad.

Jesús Misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en el Cielo.
Padre Eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de tu bendición.
Por el amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límite por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

TERCER DÍA

Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.

Jesús Misericordiosísimo, que desde el tesoro de tu misericordia les concedas a todos tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu Compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de él.
Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre Celestial.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu Hijo y por su dolorosa Pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

CUARTO DÍA

Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía no me conocen.
También pensaba en ellos durante mi amarga pasión y su futuro celo consoló mi Corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia.

Jesús Compasivísimo, que eres la Luz del mundo entero, acoge en la morada de tu Piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos que todavía no te conocen.
Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también ellas, unidas a nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de tu Compasivísimo Corazón.
Padre Eterno, vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas de aquellos que no creen en ti y de los que todavía no te conocen, pero que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.
Atráelas hacia la luz del Evangelio.
Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte.
Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

QUINTO DÍA

Hoy, tráeme a las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Durante mi amarga Pasión, desgarraron mi Cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan y de este modo alivian mi Pasión.

Jesús Misericordiosísimo, que eres la Bondad Misma, tú no niegas la luz a quienes te la piden.
Acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas de nuestros hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad con la Iglesia y no las dejes escapar de la morada de tu Compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de nuestros hermanos separados, especialmente a aquellos que han malgastado tus bendiciones y han abusado de tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores.
No mires sus errores, sino el amor de tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos están encerrados en el Compasivísimo Corazón de Jesús.
Haz que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

SEXTO DÍA

Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y sumérgelas en mi misericordia. Estas son las almas más semejantes a mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes.

Jesús Misericordiosísimo, tú mismo has dicho: “Aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón”.
Acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños.
Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre Celestial.
Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios mismo.
Estas almas tienen una morada permanente en tu Compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.
Estas almas son las más semejantes a tu Hijo.
Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu trono.
Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

SÉPTIMO DÍA

Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron mi Pasión y penetraron más profundamente en mi Espíritu. Ellas son un reflejo viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con una luz especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.

Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón es el Amor mismo, acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia.
Estas almas son fuertes con el poder de Dios mismo.
En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus hombros a toda la humanidad.
Esta almas no serán juzgadas severamente, sino que tu misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
Padre Eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran tu mayor atributo, es decir, tu misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús.
Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de gozo cantan a ti, oh Altísimo, un canto de misericordia.
Te suplico, oh Dios, muéstrales tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en ti.
Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo que: “a las almas que veneren esta infinita misericordia mía, yo Mismo las defenderé como mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte”. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

OCTAVO DÍA

Hoy, tráeme a las almas que están detenidas en el purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi Sangre refresquen el ardor del Purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi Justicia. Está en tu poder llevarles el alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con mi Justicia.

Jesús Misericordiosísimo, tú mismo has dicho que deseas la misericordia, he aquí que yo llevo a la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas del Purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adecuada a tu Justicia.
Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de tu Corazón, apaguen el fuego del Purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el Purgatorio y que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.
Te suplico por la dolorosa Pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su Sacratísima Alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están bajo tu justo escrutinio.
No las mires sino a través de las heridas de Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen límites. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

NOVENO DÍA

Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este Cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia.

Jesús Misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu Piadosísimo Corazón.
Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro.
Oh Jesús Compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque tú lo puedes todo.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están encerradas en el Piadosísimo Corazón de Jesús.
Padre de la Misericordia, te suplico por la amarga Pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia. Amén.

Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

DIVERSAS ANOTACIONES DE SANTA FAUSTINA EN TORNO A LA NOVENA Y A LA CORONILLA

El Señor me dijo rezar esta coronilla durante nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia.

Debe iniciarse el Viernes Santo.

Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias.
(Diario, 796)

28 de diciembre de 1936. Hoy he iniciado la Novena a la Divina Misericordia.

Es decir, en espíritu me traslado delante de la imagen y rezo la coronilla que me enseñó el Señor.

El segundo día de la Novena vi esta Imagen como si estuviera viva, rodeada de innumerables agradecimientos y veía una gran multitud de personas que acudían y vi que muchas de ellas eran felices.

Oh Jesús, con que alegría latió mi corazón.
(Diario, 851)

Jesús me ordena hacer una Novena antes de la Fiesta de la Misericordia y debo emplearla hoy por la conversión del mundo entero y para que se conozca la Divina Misericordia.

Para que cada alma exalte Mi Bondad. Deseo la confianza de Mis criaturas, invita a las almas a una gran confianza en Mi Misericordia insondable.

Que no tema acercarse a Mí el alma débil, pecadora y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo se hundiría en el abismo de Mi Misericordia.
(Diario, 1059)

Reza incesantemente esta Coronilla que te he enseñado.

Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte.

Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la ultima tabla de salvación. Hasta el pecador mas empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia Infinita.

Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia.
(Diario, 687)

Hija Mía, anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado.

A quienes recen esta Coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan.

Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz.

Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima.

Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia.

Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión.

Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad.

Escribe: cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador Misericordioso.
(Diario, 1541)

Via Lucis

“Vía Lucis”, "camino de la luz", es una devoción que nos ayuda a recorrer, siguiendo los relatos evangélicos, la andadura de Cristo Resucitado hasta Pentecostés

La devoción del “Vía Lucis” se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.

Comienzo de la Oración:

V/En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Señor Jesús, has triunfado sobre la muerte con tu Resurrección y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, fortalece también fe, para que nos entreguemos de lleno a Ti. Queremos compartir contigo y con tu Madre la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.


PRIMERA ESTACIÓN
¡Cristo ha resucitado!

"Terminado el descanso del sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús

Entraron en el sepulcro, vieron a un joven vestido de blanco, sentado a la derecha y se espantaron. Él les dijo: -No os espantéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron..." (Mc 16,1-7).

Oración: Señor Jesús queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


SEGUNDA ESTACIÓN
El encuentro con María Magdalena

“Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron” (Mc 16,9-11)

Oración: Padre, nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

TERCERA ESTACIÓN
Jesús se aparece a las mujeres

“Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “¡Dios os guarde!” Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: “No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt 28,8-10)

Oración: Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento. Que nuestra razón de ser sea “llenar de amor cada instante de nuestra vida”.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

CUARTA ESTACIÓN
Los soldados custodian el cuerpo de Cristo.

“Mientras ellas iban, algunos de los guardias fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Éstos, reunidos con los ancianos, celebramos conejos y dieron una suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: “Decid: “Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos. Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones” (Mt 28,11-14)

Oración: Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca justifiquemos nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega y que nunca vivamos en la mentira. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

QUINTA ESTACIÓN
Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío

“Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corría por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces, entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó “ (Jn 20,3-8)

Oración: Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

SEXTA ESTACIÓN
Jesús en el Cenáculo muestra sus llagas a los Apóstoles.

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor” (Jn 20,19-20)

Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento. Que seas para nosotros el Buen Pastor que dirige nuestro camino en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

SÉPTIMA ESTACIÓN
En el camino de Emaús

“Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado”. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado…” (Lc 24,28-31)

Señor Jesús, concédenos la gracia de descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

OCTAVA ESTACIÓN
Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar pecados

“Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,21-23)

Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

NOVENA ESTACIÓN
Jesús fortalece la fe de Tomás

“Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros”. Luego dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”. Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20, 26-29)

Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y la caridad. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús Resucitado en el lago de Galilea

“Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor" (Jn 21,3-7a)

Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús confirma a Pedro en el amor.

“Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: ... Le dice por tercera vez: “Simón de Juan, ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que la preguntase por tercera vez: “¿Me quieres?” y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”. Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17)

Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Papa, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús entrega a los Apóstoles su misión

“Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20)

Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el mandato de predicar la Buena Nueva, haz que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada persona, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús asciende al cielo

“Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios” (Lc 24,50-53)

Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí en la tierra por todo lo bueno, lo noble y lo verdadero.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse” (Hch 2,1-4)

Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en nuestro ser y de nuestro obrar.

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. 
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. 

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. 
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 25 de marzo de 2024

Via Matris

Acto de contrición: Señor mío Jesucristo...

Acompañemos a la Virgen en este «Camino de la Madre Dolorosa», cuyo Corazón padeció por el rechazo que Cristo sufrió por parte de los hombres. Las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor, en el que la Virgen María ha precedido a la Iglesia y que ésta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.

V/. Oh Padre Eterno, que, por la muerte y resurrección de tu Hijo, estableciste la redención del género humano, concédenos la gracia de permanecer entre los hijos de adopción que Jesús en la Cruz confió a la Virgen de los Dolores. Por Jesucristo, nuestro Señor. 
R/. Amén.

Primera estación: En la primera estación, se contempla la profecía del santo anciano Simeón.

Considera, alma mía, el gran dolor de la Virgen Santísima al oír las tristes palabras que el anciano Simeón profetizó referentes a la Pasión y Muerte del Niño Jesús. ¡Oh, Madre afligida! Por el dolor con que fuiste tan atormentada en tu alma, te suplico me des lágrimas de verdadera contrición, para que sea meritoria la compasión que siento por tus dolores.

Avemaría y Gloria.

V/. Madre Dolorosa.
R/. Ruega por nosotros.

Segunda estación: En la segunda estación, se contempla la huida a Egipto.

Considera, alma mía, el agudo dolor de la Virgen María al recibir de san José el mensaje del ángel, que les pedía huir de noche a Egipto para salvar al Niño Dios de la matanza decretada por Herodes.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor que sentiste al huir con tu Hijo a Egipto, te suplico me des la gracia para huir siempre de las ocasiones de pecar.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Tercera estación: En la tercera estación, se contempla la pérdida de Jesús en el Templo.

Considera, alma mía, el intenso dolor de la Virgen María cuando vio que había perdido a su amado Hijo, por lo cual lo buscó durante tres días con inconsolable aflicción.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor que tuviste al perder a tu Hijo, te suplico me alcances la gracia para que lo busque hasta hallarlo en el templo de mi alma.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Cuarta estación: En la cuarta estación, se contempla el doloroso encuentro de la Virgen Santísima con su Hijo Divino.

Considera, alma mía, el agudísimo dolor de la Virgen María al encontrarse con su Divino Hijo, cuando llevaba la pesada Cruz hacia el monte Calvario, para ser crucificado en ella por nuestra salvación.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor con que viste a tu Hijo cargado con la Cruz, te suplico me des la gracia para seguirlo, llevando con paciencia la cruz de mis trabajos.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Quinta estación: En la quinta estación, se contempla la crucifixión y muerte de Jesús.

Considera, alma mía, el penetrante dolor de la Virgen María cuando vio a su Hijo clavado sobre el duro madero de la Cruz, muriendo al derramar su sangre de todo su sacratísimo cuerpo.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor con que viste crucificar a tu Divino Hijo, te suplico me concedas la gracia para que, mortificando mis pasiones, viva siempre crucificado con Cristo.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Sexta estación: En la sexta estación, se contempla el descendimiento de Jesús de la Cruz siendo depositado en los brazos de su Madre.

Considera, alma mía, el agudísimo dolor que traspasó el corazón de la Virgen María al recibir en sus brazos el cuerpo muerto de Jesús, cubierto de sangre y todo él destrozado.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor que recibiste al tener en tus brazos, llagado y destrozado, el cuerpo de tu Hijo, te suplico me alcances la gracia de recibirlo dignamente en la Sagrada Comunión.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Séptima estación: En la séptima estación, se contempla la sepultura de Jesús.

Considera, alma mía, los sollozos que exhalaría el corazón afligido de la Virgen María, al ver a su amado Jesús colocado en el sepulcro.
¡Oh, Madre afligida! Por el dolor que tuviste al dejar el cuerpo de tu Hijo en el sepulcro, te suplico me concedas la gracia para aborrecer el pecado y vivir muerto a los gustos del mundo.

Avemaría... V/. Madre Dolorosa...

Oremos: Señor Nuestro Jesucristo, te rogamos que la Bienaventurada Virgen María, tu Madre, cuya sacratísima alma fue traspasada por la espada del dolor en la hora de tu Pasión, sea nuestra intercesora, cerca de tu misericordia, ahora y en la hora de nuestra muerte. A Ti, Salvador del mundo, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.