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miércoles, 26 de marzo de 2025

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 20

 
Tercera Parte
El conocimiento de María
 
Los actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: <> como dice san Luis María Grignion de Montfort, las diez virtudes principales de la santísima Virgen. 
 
Tenemos que unirnos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora.Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de Jesucristo y su unión con El.
 
Meditación del Día 20
 
Leer: San Lucas, capítulo 2, versículos 16-21; y versículos 42-52

«Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; 18. y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. 19. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. 20. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. 21. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.»

«Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. 48. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.» 
 
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
 
Puntos 164 - 168

164. 2º. Esta devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno. Y no crean los hombres espirituales equivocadamente que María les puede impedir el llegar a la unión divina. Porque, ¿sería posible que la que ha hallado gracia delante de Dios para todo el mundo en general y para cada uno en particular, sea estorbo a un alma para alcanzar la gracia de la unión con Jesucristo? ¿Sería posible que la que ha sido toda llena de gracias, tan unida y transformada en Dios, que le plugo encarnarse en Ella, impidiese que un alma se uniese perfectamente a Dios? Bien es verdad que la contemplación de otras criaturas, aunque santas, podría, quizás, en ciertos tiempos, retardar la unión divina, pero no María, como he dicho y diré siempre sin cansarme.
 
Una de las razones porque son tan pocas las almas que llegan a la medida de la plenitud de Cristo (Ef 4, 13), es porque María, que ahora como siempre, es la Madre de Cristo y Esposa fecunda del Espíritu Santo, no está bastante formada en los corazones. Quien desea tener el fruto maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce. Quien desea tener el fruto de la vida, Jesucristo, debe tener el árbol de la vida, que es María. Quien desea tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener a su Esposa fiel e inseparable, la divina María, que le da fertilidad y fecundidad, como lo hemos dicho ya en otro lugar.
 
165. Persuadíos, pues, de que cuanto más busquéis a María en vuestras oraciones y contemplaciones, en vuestras acciones y sufrimientos, si no de una manera clara y explícita, al menos con una mirada general e implícita, más perfectamente hallaréis a Jesucristo, que está siempre con María. Así, bien lejos de que María, toda absorta en Dios, venga a ser un obstáculo a los perfectos para llegar a la unión con Dios, no ha habido hasta ahora ni habrá jamás criatura que nos ayude más eficazmente a esta gran obra, ya sea por la gracia que nos comunique a este efecto, por cuanto, como dice un santo, nadie se llena del pensamiento de Dios sino por Ella, ya sea por el cuidado que María tendrá siempre de librarnos de las ilusiones y engaños del maligno espíritu,
 
166. Allá donde está María deja de estar el espíritu maligno, y una de las infalibles señales de que es uno conducido por el buen espíritu, es ser muy devoto de esta buena Madre, pensar y hablar de Ella muy frecuentemente. Es pensamiento de san Germán, que añade que, así como la respiración es una señal cierta de que el cuerpo no está muerto, el pensar frecuentemente, el invocar amorosamente a María es una señal cierta de que el alma no está separada de Dios por el pecado.
 
167. Como María sola es quien ha matado todas las herejías, como lo dice la Iglesia y el Espíritu Santo que la dirige: Tú solo heriste de muerte todas las herejías del mundo entero, por más que los críticos murmuren, jamás un devoto fiel de María caerá en herejía o en una ilusión formal; podrá errar materialmente, tomar la mentira por la verdad y el mal espíritu por bueno, aunque más difícilmente que otro cualquiera, pero conocerá tarde o temprano su falta y su error material, y cuando lo conozca no insistirá de ningún modo en creer y sostener lo que había creído verdadero.
 
168. Quien pretenda, pues, sin temor de ilusión, cosa muy ordinaria en persona de oración, avanzar en el camino de la perfección, y hallar segura y perfectamente a Jesucristo, abrace con todo corazón con gran ánimo y buena voluntad esta devoción a nuestra Señora que tal vez no haya conocido hasta ahora. Entre en este camino más excelente que le era desconocido y yo ahora le enseño (1 Co 12, 31). Camino es este abierto por Jesucristo, Sabiduría encarnada nuestra única Cabeza; el que es miembro suyo, al andar por este camino no se puede engañar.
 
Es un camino fácil, por virtud de la plenitud de la gracia y de la unción del Espíritu Santo que le lleva; jamás le cansa, ni retrocede en su marcha por él. 
 
Es un camino corto que en poco tiempo nos conduce a Jesucristo. 
 
En un camino perfecto en que no hay lodo, polvo ni la menor inmundicia de pecado.
 
Es, finalmente, camino seguro que nos conduce a Jesucristo y a la vida eterna de una manera recta y corta, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.
 
Entremos, pues, en este camino hasta que lleguemos a la plenitud de la edad de Jesucristo.

Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
 
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 20º. AL 26º. INCLUSIVE

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Trinidad Santa, un solo Dios, 

A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas. 
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. 
Espíritu que das testimonio de Cristo. 
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María. 
Espíritu del Señor que llena todo el orbe. 
Espíritu de Dios que habita en nosotros. 
Espíritu de sabiduría y de entendimiento. 
Espíritu de consejo y de fortaleza. 
Espíritu de ciencia y de piedad. 
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia. 
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad 
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz. 
Espíritu de humildad y de castidad. 
Espíritu de benignidad y de mansedumbre. 
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios. 
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.  
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.  
Espíritu en el cual renacemos. 
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones. 
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste. 
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos. 
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres. 

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.

A cada invocación responder: líbranos, Señor

De todo mal, 
De todo pecado. 
De tentaciones e insidias del demonio. 
De la presunción y desesperación. 
De la resistencia a la verdad conocida 
De la obstinación y de la impenitencia. 
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal. 
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.

A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.

Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. 
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
Para que no creamos a todo espíritu. 
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. 
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
 
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. 
Dios Espíritu Santo. 
Trinidad Santa un solo Dios. 

A cada invocación responder: Ruega por nosotros

Santa María. 
Santa Madre de Dios. 
Santa Virgen de las vírgenes. 
Madre de Cristo. 
Madre de la Iglesia. 
Madre de la divina gracia. 
Madre purísima. 
Madre castísima. 
Madre inviolada. 
Madre virgen. 
Madre inmaculada.
Madre amable. 
Madre admirable. 
Madre del buen consejo. 
Madre del Creador. 
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima. 
Virgen digna de veneración. 
Virgen digna de alabanza. 
Virgen poderosa. 
Virgen clemente.
Virgen fiel. 
Esclava del Señor. 
Espejo de justicia. 
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría. 
Vaso espiritual. 
Vaso honorable. 
Vaso insigne de devoción. 
Rosa mística. 
Torre de David. 
Torre de marfil. 
Casa de oro. 
Arca de la alianza. 
Puerta del cielo. 
Estrella de la mañana. 
Salud de los enfermos. 
Refugio de los pecadores. 
Consoladora de los afligidos. 
Auxilio de los cristianos. 
Reina de los ángeles. 
Reina de los patriarcas. 
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles. 
Reina de los mártires. 
Reina de los confesores. 
Reina de las vírgenes. 
Reina de todos los santos. 
Reina concebida sin mancha original. 
Reina asunta a los cielos. 
Reina del Santísimo Rosario. 
Reina de la familia. 
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
 
Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
 
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA de San Luis Mª Grignion de Montfort
 
¡Salve, María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, Madre admirable del Hijo; salve, Madre, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia, pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
 
Si algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir todo lo que os guste. La luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Tú.
 
No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Ti el ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer, en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Ésta es, divina María, la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin interés, como el más vil de los esclavos. 
 
La sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amen es: amén (así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y en la eternidad. Amén.

RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN

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