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lunes, 14 de abril de 2025

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 30

Cuarta Parte

El Conocimiento de Jesucristo 

Actos de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y resolución
Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Jesucristo?

Primero: El Hombre- Dios, su gracia y gloria, después sus derechos en el dominio soberano sobre nosotros; ya que, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como Nuestro Señor.

Segundo: Su vida interior; las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con maría y los misterios de la Anunciación y Encarnación. Durante su infancia y vida oculta en la fiesta de las bodas de Caná y en el Calvario…

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

Oración de San Luis María Grignon de Monfort a Jesucristo

Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento.

¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta ara calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.

¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas.

¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
 
Meditación del Día 30
 
Leer: San Mateo, capítulo 27, versículos 36-44

«Y se quedaron sentados allí para custodiarle. Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.» Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo:

«Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo:

«Soy Hijo de Dios.»» De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.»

Del Camino Real de la Santa Cruz

Esta palabra parece dura a muchos: Niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sigue a Jesús. Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno. Pues los que ahora oyen y siguen de buena voluntad la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna condenación.

Esta señal de la cruz estará en el cielo, cuando el Señor vendrá a juzgar.

Entonces todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.

Pues que así es, ¿por qué temes tomar la cruz, por la cual se va al reino?

En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa de los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.

No está la salud del alma, ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz.

Toma, pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna.

El vino primero, y llevó su cruz y murió en la cruz por ti; porque tú también la lleves, y desees morir en ella.

Porque si mueres juntamente con El, vivirás con El.

Y si fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria.

Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
 
Puntos 226 - 235

PRÁCTICAS PARTICULARES DE ESTA DEVOCIÓN 

1º. PRÁCTICAS EXTERIORES 

226. Aunque lo esencial de esta devoción consiste en lo interior, no deja de tener muchas prácticas exteriores que conviene no despreciar: Conviene hacer esto y no omitir aquello (Mt 23, 23); ya porque las prácticas exteriores bien hechas ayudan a las interiores; ya porque recuerdan al hombre, que siempre se guía por los sentidos, lo que ha hecho o debe hacer; ya porque son a propósito para edificar al prójimo que las ve, cosa que no hacen las prácticas interiores. Que ningún mundano ni crítico venga, a objetar que la devoción está en el corazón, que es menester evitar lo que es exterior, que, porque en ello puede haber alguna vanidad, es menester esconder la devoción. A los tales respondo con el Señor: que los hombres vean nuestras buenas obras, a fin de que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos; que no se deben, como dice San Gregorio, practicar estas acciones y devociones exteriores para agradar a los hombres y alcanzar alguna alabanza, la cual sería vanidad, pero que alguna vez conviene que se practiquen ante los hombres con la mirada de agradar a Dios y de darle en ello gloria, sin hacer caso ni de los desprecios ni de las alabanzas de los hombres. Sólo en compendio notaré algunas prácticas exteriores; y no las llamo así porque se hacen sin sentimiento interior, sino porque tienen una parte exterior, y además para distinguirlas de las que son puramente interiores. 

1. Preparar y hacer la consagración 

227. Primera práctica. 

Aquellas personas que quieran entrar en esta devoción particular, que no ha sido erigida en cofradía, aunque sería mucho de desear, [en 1913 Pío X la erigió Archicofradía en Roma] después de haber, como he dicho en la primera parte de esta preparación al reinado de Jesucristo, empleando doce días, por lo menos, en vaciarse del espíritu del mundo, contrario al de Jesucristo, emplearán tres semanas en penetrarse del espíritu de Jesucristo por medio de la Santísima Virgen, a cuyo efecto pueden observar este orden: 

228. Durante la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el cono-cimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con espíritu de humildad. Podrán meditar lo que he dicho sobre nuestro mal fondo (78-82) y no se considerarán en los seis días de esta semana, más que como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes, animales inmundos; o bien meditarán estas tres palabras de San Bernardo: Piensa lo que fuiste, semen pútrido; lo que eres, vaso de estiércol; lo que serás, cebo de gusanos. Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que les ilumine por estas palabras: Señor, que yo vea; Señor, que me conozca; Ven Espíritu Santo, y recitarán todos los días el Ave, Maris Stella, y las letanías de la Santísima Virgen o del Espíritu Santo. Recurrirán a la Santísima Virgen, pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de las otras, y para ello dirán todos los días el Ave, Maris Stella y las letanías. 

229. Durante la segunda semana se dedicarán en todas las oraciones y obras del día a conocer a la Santísima Virgen, cuyo conocimiento pedirán al Espíritu Santo, leyendo y meditando lo que sobre esto hemos dicho, Recitarán como en la primera semana las letanías del Espíritu Santo y el Ave, Maris Stella, y además el Rosario, o al menos una corona con esta intención. 

230. Emplearán la tercera semana en conocer a Jesucristo, a cuyo fin podrán leer y meditar lo que de eso hemos dicho, y recitar la oración de San Agustín, que se lee en la primera parte de este Tratado. Con el mismo santo podrán decir y repetir cada día: que os conozca yo, Señor; o bien: Señor, que vea yo quién sois. Recitarán como en las semanas precedentes las letanías y el Ave, Maris Stella, y añadirán todos los días las letanías del Santo Nombre de Jesús. 

231. Al fin de las tres semanas se confesarán y comulgarán con la intención de entregarse a Jesucristo en calidad de esclavos de amor, por medio de María, y después de la Comunión, la cual procurarán hacer según el método que más adelante expresaré, recitarán la fórmula de su consagración, la que convendrá que escriban o hagan escribir, si no está impresa, y la firmen el mismo día que la hagan. 

232. Bueno será que en ese día paguen algún tributo a Jesucristo y a la Virgen, ya por vía de penitencia de su infidelidad a los votos del Bautismo, ya para protestar de su completa dependencia del dominio de Jesús y de María. Este tributo será según su devoción y la capacidad de cada cual, como un ayuno, una mortificación, una limosna; aun cuando no diesen más que un alfiler, es bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad. 

233. Todos los años al menos, el mismo día, renovarán la misma consagración, observando las mismas prácticas durante tres semanas. Asimismo podrán todos los meses, y aun todos los días, renovar todo lo que han hecho con estas pocas palabras: Soy todo vuestro, y todo lo que tengo os pertenece, ¡oh mi amable Jesús! por María vuestra Santísima Madre. 

2. Rezo de la coronilla 

234. Segunda práctica. Recitarán todos los días de su vida, sin molestia alguna, la pequeña corona de la Virgen, compuesta de tres Padrenuestros y doce Avemarías, en honra de las doce prerrogativas y grandezas de la Santísima Virgen. Esta práctica es muy antigua y tiene su fundamento en la Escritura Santa. San Juan vio una mujer coronada de doce estrellas, vestida del sol y teniendo la luna bajo sus pies. Esta mujer, según los intérpretes, es la Santísima Virgen. 

235. Hay muchas maneras de recitar bien esta pequeña corona, que sería largo de enumerar. El Espíritu Santo se las enseñará a los que sean fieles a esta devoción. Sin embargo, para recitar esta corona con la mayor sencillez, conviene desde luego decir: Dignaos escuchar mis alabanzas, ¡oh Virgen Santísima!; dadme fuerzas contra vuestros enemigos; en seguida se recitará el Credo, después un Padrenuestro, y luego cuatro Avemarías y un Gloria Patri, y se repite el Padrenuestro, cuatro Avemarías y Gloria Patri, y así lo demás. Al fin se dice: Bajo vuestro tu amparo, etc.

Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
 
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 27º. AL 31º. INCLUSIVE

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Trinidad Santa, un solo Dios, 

A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas. 
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. 
Espíritu que das testimonio de Cristo. 
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María. 
Espíritu del Señor que llena todo el orbe. 
Espíritu de Dios que habita en nosotros. 
Espíritu de sabiduría y de entendimiento. 
Espíritu de consejo y de fortaleza. 
Espíritu de ciencia y de piedad. 
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia. 
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad 
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz. 
Espíritu de humildad y de castidad. 
Espíritu de benignidad y de mansedumbre. 
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios. 
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.  
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.  
Espíritu en el cual renacemos. 
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones. 
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste. 
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos. 
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres. 

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.

A cada invocación responder: líbranos, Señor

De todo mal, 
De todo pecado. 
De tentaciones e insidias del demonio. 
De la presunción y desesperación. 
De la resistencia a la verdad conocida 
De la obstinación y de la impenitencia. 
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal. 
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.

A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.

Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. 
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
Para que no creamos a todo espíritu. 
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. 
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.

LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS 

Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Cristo, ten piedad de nosotros. (bis) 
Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

Dios, Padre celestial,             ten piedad de nosotros. 
Dios, Hijo, Redentor del mundo, íd. 
Dios, Espíritu Santo, íd. 
Dios santo, trino y uno, íd. 

Jesús hijo de Dios vivo, íd. 
Jesús, resplandor del Padre, íd. 
Jesús, candor de la luz eterna, íd. 
Jesús, rey de la gloria, íd. 
Jesús, sol de justicia, íd. 
Jesús, Hijo de la Virgen María, íd. 
Jesús, amable, íd. 
Jesús, admirable, íd. 
Jesús, Dios fuerte, íd. 
Jesús, Padre del siglo futuro, íd. 
Jesús, ángel del gran consejo, íd. 
Jesús, poderosísimo, íd. 
Jesús, obedientísimo, íd. 
Jesús, manso y humilde de corazón, íd. 
Jesús, amador de la castidad, íd. 
Jesús, amador nuestro, íd. 
Jesús, Dios de paz, íd. 
Jesús, autor de la vida, íd. 
Jesús, modelo de virtudes, íd. 
Jesús, celador de las almas, íd. 
Jesús, Dios nuestro, íd. 
Jesús, refugio nuestro, íd. 
Jesús, padre de los pobres, íd. 
Jesús, tesoro de los fieles, íd. 
Jesús, buen pastor, íd. 
Jesús, luz verdadera, íd. 
Jesús, sabiduría eterna, íd. 
Jesús, bondad infinita, íd. 
Jesús, camino y vida nuestra, íd. 
Jesús, gozo de los ángeles, íd. 
Jesús, rey de los patriarcas, íd. 
Jesús, maestro de los apóstoles, íd. 
Jesús, doctor de los evangelistas, íd. 
Jesús, fortaleza de los mártires, íd. 
Jesús, luz de los confesores, íd. 
Jesús, pureza de las vírgenes, íd. 
Jesús, corona de todos los santos, íd. 

Sednos propicio, perdónanos, Jesús. 
Sednos propicio, escúchanos, Jesús.

De todo mal, líbranos, Jesús. 
De todo pecado, íd. 
De tu ira, íd. 
De los lazos del demonio, íd. 
Del espíritu de fornicación, íd. 
De la muerte eterna, íd. 
Del desprecio de tus inspiraciones, íd. 
Por el misterio de tu santa encarnación, íd. 
Por tu nacimiento, íd. 
Por tu infancia, íd. 
Por tu vida divina, íd. 
Por tus trabajos, íd. 
Por tu pasión y gloria, íd. 
Por tu cruz y desamparo, íd. 
Por tus angustias, íd. 
Por tu muerte y sepultura, íd. 
Por tu resurrección, íd. 
Por tu ascensión, íd. 
Por tus gozos, íd. 
Por tu gloria, íd. 

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros. 

Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

V. Bendito sea el nombre del Señor. 
R. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. 

ORACIÓN 

Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. 
Dios Espíritu Santo. 
Trinidad Santa un solo Dios. 

A cada invocación responder: Ruega por nosotros

Santa María. 
Santa Madre de Dios. 
Santa Virgen de las vírgenes. 
Madre de Cristo. 
Madre de la Iglesia. 
Madre de la divina gracia. 
Madre purísima. 
Madre castísima. 
Madre inviolada. 
Madre virgen. 
Madre inmaculada.
Madre amable. 
Madre admirable. 
Madre del buen consejo. 
Madre del Creador. 
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima. 
Virgen digna de veneración. 
Virgen digna de alabanza. 
Virgen poderosa. 
Virgen clemente.
Virgen fiel. 
Esclava del Señor. 
Espejo de justicia. 
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría. 
Vaso espiritual. 
Vaso honorable. 
Vaso insigne de devoción. 
Rosa mística. 
Torre de David. 
Torre de marfil. 
Casa de oro. 
Arca de la alianza. 
Puerta del cielo. 
Estrella de la mañana. 
Salud de los enfermos. 
Refugio de los pecadores. 
Consoladora de los afligidos. 
Auxilio de los cristianos. 
Reina de los ángeles. 
Reina de los patriarcas. 
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles. 
Reina de los mártires. 
Reina de los confesores. 
Reina de las vírgenes. 
Reina de todos los santos. 
Reina concebida sin mancha original. 
Reina asunta a los cielos. 
Reina del Santísimo Rosario. 
Reina de la familia. 
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN DE MONTFORT A JESUCRISTO 

Dejadme, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaras mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. 

¡Ay, Señor! tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. 

¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos. 

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén. 

Oh, Jesús, que vives en María 

Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, dan os tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN

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