Cuarta Parte
El Conocimiento de Jesucristo
Actos de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y resolución
Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Jesucristo?
Primero: El Hombre- Dios, su gracia y gloria, después sus derechos en el dominio soberano sobre nosotros; ya que, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como Nuestro Señor.
Segundo: Su vida interior; las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con maría y los misterios de la Anunciación y Encarnación. Durante su infancia y vida oculta en la fiesta de las bodas de Caná y en el Calvario…
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.
Oración de San Luis María Grignon de Monfort a Jesucristo
Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento.
¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta ara calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.
¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas.
¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.
¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
Meditación del Día 32
Del amor de Jesús sobre todas las cosas
Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús.
Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin.
Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a otro, mas El solo quiere tener tu corazón, y como rey sentarse en su propia silla.
Si tú supieras bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo.
He aquí algunas prácticas interiores muy propias para los que el Espíritu Santo llama a una alta perfección, que, en cuatro palabras, se reducen a ejecutar todas las acciones por María, con María, en María y para María, a fin de practicarlas más perfectamente por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.
Es menester ejecutar las acciones por María, es decir, es menester obedecer en todo a la Santísima Virgen y conducirse en todo por su espíritu, que es el espíritu de Dios. Los que son guiados por El, son hijos de Dios. Los que son guiados por el espíritu de María, son hijos de María, y por consiguiente hijos de Dios, y entre tantos devotos de la Santísima Virgen, no hay más verdaderos y fieles devotos que los que se conducen por su espíritu. Porque el espíritu de María es el espíritu de Dios, ya que Ella no se guió jamás por su propio espíritu.
Qué dichosa es un alma cuando está del todo poseída y gobernada por el espíritu de María, que es un espíritu suave y fuerte, celoso y prudente, humilde e intrépido, puro y fecundo.
Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos cómo María la ha hecho o la haría si estuviera en nuestro lugar.
Para esto debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su vida, particularmente: primero su fe viva, por la cual creyó sin titubear la palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz; segundo, su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse siempre la última.
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
Puntos 243 - 256
4. Celebración del misterio de la Encarnación
243. Cuarta práctica. Profesarán devoción singular al
gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo,
que es el misterio propio de esta devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo:
1º. Para honrar e imitar la dependencia inefable que
Dios Hijo ha querido tener respecto de María, para la gloria
de Dios su Padre y para nuestra salvación, la cual dependencia se muestra particularmente en este misterio en que
Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas.
2º. Para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido
hecha en este misterio.
Tales son los dos principales fines de la esclavitud de
Jesús en María.
244. Advertid que ordinariamente digo: el esclavo de
Jesús en María, la esclavitud de María en Jesús. Puedes decir, en verdad, como muchos lo han hecho, el esclavo de
María, la esclavitud de la Santísima Virgen, pero creo mejor que se diga: el esclavo de Jesús en María, como lo aconsejaba M. Tronson, superior general del Seminario de San
Sulpicio, varón notable por su rara prudencia y su piedad
consumada. He aquí las razones:
245. 1ª. Como vivimos en un siglo orgulloso, en que
hay un gran número de sabios hinchados, espíritus fuertes y
críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad
mejor fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin necesidad, decir la esclavitud de Jesús en
María, y llamarse el esclavo de Jesucristo, que es esclavo de
María, tomando la denominación de esta devoción más bien
de su fin último, que es Jesucristo, que del camino y medio
para llegar a este fin, que es María, por más que una y otra
se pueden, a la verdad, usar sin escrúpulo, como yo lo hago;
así como un hombre que va de Orleans a Tours por el camino de Amboise, puede muy bien decir que va a Amboise
y que va a Tours; con la diferencia, sin embargo, de que
Amboise no es otra cosa que el camino recto para ir a Tours
y que Tours sólo es su último fin y el término de su viaje.
246. 2ª. Como el principal misterio que en esta devoción se celebra y se honra es el misterio de la Encarnación,
en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en María y encarnado en su seno, es más a propósito decir la esclavitud de
Jesús en María, de Jesús que mora y reina en María, según
aquella hermosa plegaria de tan grandes almas: Oh Jesús
que vivís en María, venid y vivid en nosotros en vuestro espíritu de santidad, etc.
247. 3ª. Este modo de hablar muestra más la unión que
hay entre Jesús y María, que están tan estrechamente unidos, que el uno está todo en el otro: Jesús está todo en María, y María toda en Jesús, o más bien, María no es, sino que
Jesús es sólo y todo en María, y más fácil sería separar la
luz del sol que a María de Jesús; de modo que a Nuestro Señor se le puede llamar Jesús de María, y a la Santísima Virgen, María de Jesús.
248. Como el tiempo no me permite detenerme aquí
para explicar las excelencias y las grandezas del misterio de
Jesús viviendo y reinando en María, o de la Encarnación del
Verbo, me contentaré con decir en pocas palabras que éste
es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más excelso y el menos conocido; que en este misterio es donde
Jesús, de acuerdo con María, en el seno de Esta, que por lo
mismo ha sido llamado por los santos la sala de los secretos
de Dios, ha escogido a todos los elegidos; que en este misterio es donde Él ha obrado todos los misterios que han sucedido a Éste en su vida, por la aceptación que de ellos hizo:
Jesús al entrar en el mundo, dice: He aquí que vengo, oh
Dios, para cumplir tu voluntad (Hb 10, 5-9); y, por con siguiente, que este misterio es un resumen de todos los misterios, que contiene la voluntad y la gracia de todos; en
fin, que este misterio es el trono de la misericordia, de la liberalidad y de la gloria de Dios.
El trono de su misericordia para nosotros, porque, como
no podemos acercarnos a Jesús si no es por María, Jesús,
que atiende siempre a su querida Madre, concede allí siempre su gracia y su misericordia a los pobres pecadores. Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia (Hb 4,
16).
Es el trono de la liberalidad para con María, porque
mientras este nuevo Adán permanece en este verdadero paraíso terrenal, obra en él ocultamente tantas maravillas, que
ni los hombres ni los ángeles alcanzan a comprenderlas; por
eso los Santos llaman a María la magnificencia de Dios,
como si Dios sólo fuera magnífico en María.
Es el trono de la gloria para su Padre, porque en María
Jesucristo aplacó perfectamente a su Padre irritado contra
los hombres; en Ella reparó perfectamente la gloria que el
pecado le había arrebatado, y por el sacrificio que en Ella
hizo de su voluntad y de sí mismo, le dio más gloria, que
jamás le habían dado todos los sacrificios de la Ley antigua,
y, finalmente, en ella le dio una gloria infinita, que jamás
había recibido del hombre.
5. Recitación del Avemaría y del Rosario
249. Quinta práctica. Se dirá con gran devoción el Ave
María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aun los más ilustrados,
conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya
aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles tan gran mérito, como a Santo Domingo, San Juan de Capistrano o al Beato Alano de Rupe, los
cuales han compuesto libros enteros de las maravillas y de
la eficacia de esta oración, y han predicado públicamente
que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Ave
María, la de cada uno en particular está unida a esa divina
oración; que el Ave María es la que ha hecho venir sobre
esta tierra seca y estéril el fruto de la vida, y que esta misma
oración bien dicha es la que debe hacer germinar en nuestras
almas la palabra de Dios y llevar el fruto de vida, Jesucristo;
que el Ave María es un rocío celestial que riega la tierra, es
decir, el alma, para hacerla producir su fruto a su tiempo, y
que un alma que no está regada por esta oración no da fruto
ni produce sino abrojos y espinas, y está próxima a ser maldecida.
250. He aquí lo que la Santísima Virgen reveló al Beato Alano, como lo consigna él en su libro De dignitate Rosarii y luego en Cartagena: Sepas, hijo mío, y hazlo conocer
a todos, que una señal próxima y probable de condenación
eterna es tener aversión, flojedad, negligencia, en decir la
salutación angélica. Ved cuán consoladoras y terribles son
estas palabras, que no podrían creerse si por garantía de
ellas no tuviésemos a este varón tan santo, y antes de él a
Santo Domingo, y después a otros insignes varones, además
de lo que nos dice la experiencia de muchos siglos, a saber:
que siempre se ha notado que los que llevan la señal de la
reprobación, cuales son los herejes, los impíos, los orgullosos y los mundanos, aborrecen y desprecian el Ave María y
el Rosario.
Los herejes enseñan y aun recitan el Padre nuestro, pero no el Ave María ni el Rosario, al que tienen tal horror,
que mejor llevarían sobre sí una serpiente, que un rosario;
asimismo los orgullosos, aunque sean católicos, porque tienen las mismas inclinaciones que su padre Lucifer, no tienen sino menosprecio o indiferencia para con el Ave María,
y consideran al Rosario como una devoción de mujercillas,
que es buena solamente para los ignorantes y para los que
no saben leer. Al contrario, se ha visto por experiencia que
los que tienen grandes señales de predestinación aman y recitan con gozo el Ave María, y que cuanto más son de Dios,
más aman esta oración. Esto mismo dijo la Santísima Virgen al bienaventurado Alano, a continuación de las palabras
antes citadas.
251. Y no sé cómo sucede esto y por qué, pero no por
eso es menos cierto; no tengo mejor secreto para conocer si
una persona es de Dios, que el examinar si le gusta rezar el
Ave María y el Rosario. Y digo si le gusta, por cuanto puede
suceder que una persona esté en incapacidad natural y aun
sobrenatural de recitarlo, pero lo ama siempre y lo inspira a
otros.
252. Almas predestinadas, esclavas de Jesús y de María, sabed que el Ave María es la más bella de todas las oraciones después del Padre nuestro; es el mejor parabién que
podéis dar a María, porque es la salutación que el Altísimo
le hizo por medio de un arcángel para ganar su corazón; y
fue tan poderosa en Ella por los secretos encantos de que
está llena, que María dio su consentimiento a la Encarnación
del Verbo, a pesar de su profunda humildad. Por esta salutación ganaréis, pues, infaliblemente su corazón, si la decís
como es menester.
253. El Ave María bien dicha, esto es, con atención,
devoción y modestia, es, según los santos, el enemigo del
demonio, y el que le pone en huida, y el martillo que le
aplasta; es la santificación del alma, el gozo de los Ángeles,
la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad.
El Ave María es un rocío celestial que fecundiza al alma, es un ósculo casto y amoroso que se da a María, es una
rosa encarnada que se le presenta, es una perla preciosa que
se le ofrece, es una copa de ambrosía y de néctar divino que
se le da. Todas estas comparaciones están tomadas de los
Santos Doctores.
254. Os suplico, pues, con empeño, por el amor que os
tengo en Jesús y en María, que no os contentéis con rezar la
Coronilla de la Santísima Virgen (234-235), sino también la
Corona (de 5 Misterios), y aún el Rosario (de 15 [20] misterios) si tenéis tiempo todos los días, y bendeciréis a la hora
de vuestra muerte el día y la hora en que me habéis creído, y
después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de
María, cosecharéis las bendiciones eternas en el cielo.
6. Recitación del “Magnificat”
255. Secta práctica. Para agradecer a Dios las que ha hecho a la Santísima Virgen, se dirá muchas veces el
Magnificat, a imitación de la bienaventurada María de Oignies y de otros muchos Santos. Es la única oración, la única
obra que la Santísima Virgen ha compuesto, o más bien, que
Jesús compuso por Ella, por cuanto hablaba por su boca; es
el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido de una
pura criatura en la ley de gracia; es, por una parte, el más
humilde y más reconocido, y por otra, el más sublime y más
elevado de todos los cánticos; encierra misterios tan grandes
y tan escondidos, que los Ángeles los ignoran.
Gerson, doctor tan piadoso como sabio, después de haber empleado una gran parte de su vida en componer tratados llenos de erudición y de piedad sobre las materias más
difíciles, emprendió, temblando, hacia el fin de su vida, la
explicación del Magnificat, a fin de coronar todas sus obras.
Refiere en un volumen infolio que sobre él compuso muchas cosas admirables acerca de este hermoso y divino cántico.
Entre otras, dice que la misma Santísima Virgen lo recitaba frecuentemente, y en particular después de la Sagrada
Comunión, por vía de acción de gracias.
El sabio Benzonio refiere, explicando el Magnificat,
muchos milagros obrados por su virtud, y dice que los demonios tiemblan y huyen cuando oyen estas palabras: Presionó con su brazo, dispersó a los soberbios con el ímpetu
de su corazón (Lc 1, 51).
7. Menosprecio del mundo
256. Séptima práctica. Los siervos fieles de María deben despreciar, aborrecer y huir mucho del mundo corrompido, y servirse de las prácticas de desprecio del mundo
que hemos consignado en la primera parte.
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 27º. AL 31º. INCLUSIVE
LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas.
Espíritu que das testimonio de Cristo.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe.
Espíritu de Dios que habita en nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento.
Espíritu de consejo y de fortaleza.
Espíritu de ciencia y de piedad.
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz.
Espíritu de humildad y de castidad.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre.
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.
Espíritu en el cual renacemos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres.
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
A cada invocación responder: líbranos, Señor
De todo mal,
De todo pecado.
De tentaciones e insidias del demonio.
De la presunción y desesperación.
De la resistencia a la verdad conocida
De la obstinación y de la impenitencia.
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.
A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.
Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Para que no creamos a todo espíritu.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud.
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros. (bis)
Cristo, ten piedad de nosotros. (bis)
Señor, ten piedad de nosotros. (bis)
Jesús, óyenos.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Jesús, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, íd.
Dios, Espíritu Santo, íd.
Dios santo, trino y uno, íd.
Jesús hijo de Dios vivo, íd.
Jesús, resplandor del Padre, íd.
Jesús, candor de la luz eterna, íd.
Jesús, rey de la gloria, íd.
Jesús, sol de justicia, íd.
Jesús, Hijo de la Virgen María, íd.
Jesús, amable, íd.
Jesús, admirable, íd.
Jesús, Dios fuerte, íd.
Jesús, Padre del siglo futuro, íd.
Jesús, ángel del gran consejo, íd.
Jesús, poderosísimo, íd.
Jesús, obedientísimo, íd.
Jesús, manso y humilde de corazón, íd.
Jesús, amador de la castidad, íd.
Jesús, amador nuestro, íd.
Jesús, Dios de paz, íd.
Jesús, autor de la vida, íd.
Jesús, modelo de virtudes, íd.
Jesús, celador de las almas, íd.
Jesús, Dios nuestro, íd.
Jesús, refugio nuestro, íd.
Jesús, padre de los pobres, íd.
Jesús, tesoro de los fieles, íd.
Jesús, buen pastor, íd.
Jesús, luz verdadera, íd.
Jesús, sabiduría eterna, íd.
Jesús, bondad infinita, íd.
Jesús, camino y vida nuestra, íd.
Jesús, gozo de los ángeles, íd.
Jesús, rey de los patriarcas, íd.
Jesús, maestro de los apóstoles, íd.
Jesús, doctor de los evangelistas, íd.
Jesús, fortaleza de los mártires, íd.
Jesús, luz de los confesores, íd.
Jesús, pureza de las vírgenes, íd.
Jesús, corona de todos los santos, íd.
Sednos propicio, perdónanos, Jesús.
Sednos propicio, escúchanos, Jesús.
De todo mal, líbranos, Jesús.
De todo pecado, íd.
De tu ira, íd.
De los lazos del demonio, íd.
Del espíritu de fornicación, íd.
De la muerte eterna, íd.
Del desprecio de tus inspiraciones, íd.
Por el misterio de tu santa encarnación, íd.
Por tu nacimiento, íd.
Por tu infancia, íd.
Por tu vida divina, íd.
Por tus trabajos, íd.
Por tu pasión y gloria, íd.
Por tu cruz y desamparo, íd.
Por tus angustias, íd.
Por tu muerte y sepultura, íd.
Por tu resurrección, íd.
Por tu ascensión, íd.
Por tus gozos, íd.
Por tu gloria, íd.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos.
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Jesús, escúchanos.
V. Bendito sea el nombre del Señor.
R. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa un solo Dios.
A cada invocación responder: Ruega por nosotros
Santa María.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
Madre de Cristo.
Madre de la Iglesia.
Madre de la divina gracia.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre inviolada.
Madre virgen.
Madre inmaculada.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de veneración.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Esclava del Señor.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso honorable.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consoladora de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
Reina de los patriarcas.
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de todos los santos.
Reina concebida sin mancha original.
Reina asunta a los cielos.
Reina del Santísimo Rosario.
Reina de la familia.
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN DE MONTFORT A JESUCRISTO
Dejadme, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaras mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento.
¡Ay, Señor! tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi.
¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.
¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
Oh, Jesús, que vives en María
Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, dan os tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.
RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN
No hay comentarios:
Publicar un comentario