Primera Parte
Doce días preliminares
Tema: El espíritu del mundo
Examina tu conciencia, reza, practica la renuncia a tu propia voluntad; mortificación, pureza de corazón. Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el cielo, verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.
La primera parte de la preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario al espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo consiste en esencia en la negación del dominio supremo de Dios, negación que se manifiesta en la práctica del pecado y la desobediencia; por tanto es totalmente opuesto al espíritu de Jesucristo, que es también el de María.
Esto se manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la concupiscencia de los ojos y por el orgullo como norma de vida, así como por la desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus obras son el pecado en todas sus formas; en consecuencia todo aquello por lo cual el demonio nos lleva al pecado; obras que conducen al error y oscuridad de la mente y seducción y corrupción de la voluntad. Sus pompas son el esplendor y las artimañas empleadas por el demonio para hacer que el pecado sea deleitoso, en las personas, sitios y cosas.
Meditación del Día 10
En despreciando el mundo, es dulce cosa servir a Dios
Otra vez hablaré, Señor, ahora, y no callaré. Diré en los oídos de mi Dios, mi Señor y mi Rey, que está en el cielo:
¡Oh Señor, cuán grande es la abundancia de tu dulzura, que escondiste para los que te temen! Pero, ¿qué eres para los que te aman, y qué para los que te sirven de todo corazón?
Verdaderamente es inefable la dulzura de tu contemplación, la cual das a los que te aman. En esto me has mostrado singularmente tu dulce caridad, en que cuando yo no existía me creaste, y cuando erraba lejos de ti, me convertiste para que te sirviese, y me mandaste que te amase. ¡Oh fuente de amor perenne! ¿Qué diré de Ti?¿Cómo podré olvidarme de Ti, que te dignaste acordarte de mí aun después que yo me perdí y perecí?
Usaste de misericordia con tu siervo sobre toda esperanza, y sobre todo merecimiento me diste tu gracia y amistad. ¿Qué te volveré yo por esta gracia? Porque no se concede a todos que, dejadas todas las cosas, renuncien al mundo y escojan vida retirada. ¿Por ventura es gran cosa que yo te sirva, cuando toda criatura está obligada a servirte?
No me debe parecer mucho servirte, sino más bien me parece grande y maravilloso que Tú te dignaste recibir por siervo a un tan pobre e indigno y unirle con tus amados siervos.
Tuyas son, pues, todas las cosas que tengo y con que te sirvo. Pero, por el contrario, Tú me sirves más a mí que yo a Ti. El cielo y la tierra que Tú creaste para el servicio del hombre, están prontos, y hacen cada día todo lo que les has mandado; y esto es poco, pues aun has destinado los ángeles para servicio del hombre.
Mas a todas estas cosas excede el que Tú mismo te dignaste servir al hombre, y le prometiste que te darías a Ti mismo. ¿Qué te daré yo por tantos millares de beneficios? ¡Oh! ¡Si pudiese solamente, siquiera un solo día hacerte algún digno servicio!
Verdaderamente Tú solo eres digno de todo servicio, de toda honra y de alabanza eterna.Verdaderamente Tú solo eres mi Señor, y yo soy un pobre siervo tuyo, que estoy obligado a servirte con todas mis fuerzas, y nunca debo cansarme de alabarte.
Así lo quiero, así lo deseo; y lo que me falta, ruégote que Tú lo suplas. Grande honra y gran gloria es servirte, y despreciar todas las cosas por Ti.Por cierto, grande gracia tendrán los que de toda voluntad se sujetaren a Tu santísimo servicio.
Hallarán la suavísima consolación del Espíritu Santo los que por amor tuyo despreciaron todo deleite carnal.
(Imitación de Cristo, libro III, cap. 10)
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
Puntos 90-95
DEFORMACIONES DEL CULTO A MARÍA
90. Establecidas estas cinco verdades, aún es menes-ter hacer más que nunca una buena elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen; porque las hay falsas, y es muy fácil caer tomándolas como verdaderas. El demonio, como un monedero falso y engañador fino y práctico, ha ilusionado tantas almas por medio de una falsa devoción aun para con la Santísima Virgen, que diariamente se sirve de su experiencia diabólica para engañar a otras, durmiéndolas en el pecado so pretexto de algunas oraciones mal di-chas y de algunas prácticas exteriores que les inspira.
Así como un falso acuñador de moneda no falsifica generalmente más que el oro y la plata, y rara vez los demás metales porque no valen la pena, del mismo modo el espíritu maligno no falsea más que la devoción a Nuestro Señor y a María, porque éstas son, entre las demás devociones, lo que el oro y la plata son respecto de los demás metales.
91. Es, pues, importante conocer desde luego: primero, las falsas devociones a la Virgen Santísima para evitarlas; segundo, la verdadera para abrazarla. En seguida, entre tantas prácticas diferentes, explicaré más por menor en la segunda parte de este escrito, cuál es la más perfecta, la más agradable a María, la más gloriosa a Dios y la más propia para nuestra santificación, a fin de que nos aficionemos a ella.
92. Siete son las clases que encuentro de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima Virgen:
1º. los devotos críticos;
2º. los devotos escrupulosos;
3º. los devotos exteriores;
4º. los devotos presuntuosos;
5º. los devotos inconstantes;
6º. los devotos hipócritas;
7º. los devotos interesados.
1. LOS DEVOTOS CRÍTICOS
93. Los devotos críticos son ordinariamente esos sabios orgullosos, espíritus fuertes y jactanciosos que en el fondo tienen alguna, aunque muy poca, devoción a la Santísima Virgen, pero que critican casi todas las prácticas de piedad que las gentes sencillas tributan sincera y piadosa-mente a esta buena Madre, tan sólo porque no se acomodan a su orgullo. Ponen en duda todos los milagros e historias referidas por autores dignos de fe, o sacadas de las crónicas de las Ordenes religiosas, historias que atestiguan la misericordia y el poder de la Santísima Virgen; contemplan con cierta compasión a las gentes sencillas y humildes que, arrodilladas delante de un altar o de una imagen de la Virgen, y aun alguna vez en medio de una calle, ruegan a Dios y a su Madre Santísima.
Las acusan de idolatría como si adorasen la madera o la piedra; en cuanto a sí mismos, dicen que no gustan de estas devociones, ni son tan pobres de espíritu que presten fe a tantos cuentos e historias como se divulgan acerca de la Santísima Virgen. Cuando se recuerdan las admirables alabanzas que los Santos Padres tributan a María, responden que al hacerlas, o hablaban como oradores con exageración, o que se da a sus palabras una falsa interpretación.
Esta clase de falsos devotos y gentes orgullosas y mundanas son muy temibles, porque hacen un daño inapreciable a la devoción de la Santísima Virgen y separan de Ella a los pueblos de una manera deplorable, so pretexto de destruir los abusos.
2. LOS DEVOTOS ESCRUPULOSOS
94. Los devotos escrupulosos son aquellos que temen deshonrar al Hijo honrando a la Madre, rebajando a Aquél al elevar a Esta. No pueden sufrir que se den a la Santísima Virgen las justas alabanzas que le han tributado los Santos Padres; no pueden tolerar sino con pena que haya más gente delante de un altar de María que ante el Santísimo Sacramento, como si lo uno fuese contrario a lo otro, o como si los que oran a María no rogasen a Jesucristo por medio de Ella. No quieren que se hable tanto de esta augusta Soberana, ni que los fieles se dirijan a Ella con tanta frecuencia.
He aquí algunas perversas sentencias que les son comunes: ¿Qué aprovechan tantos rosarios, tantas congregaciones y devociones exteriores a la Virgen? ¡Cuánta ignorancia hay en esto! ¡Eso es convertir nuestra Religión en una mojiganga! Habladme de los que son devotos de Jesucristo. Ese es el camino seguro. Es menester recurrir a Jesucristo, Él es nuestro único mediador; es menester predicar a Jesucristo, esto es lo sólido de la devoción.
Lo que dicen es verdad en cierto sentido, pero por la aplicación que de ello hacen, a fin de impedir la devoción a la Santísima Virgen, llega a ser muy peligroso y lazo sutil del maligno espíritu, so pretexto de un bien mayor, porque jamás se honra más a Jesucristo que cuando más se honra a su Santísima Madre, toda vez que no se honra a María sino con el objeto de honrar más perfectamente a Jesucristo, y no se va a Ella más que como medio o camino para encontrar el fin a que se aspira, que es Jesucristo Nuestro Señor.
95. La Iglesia, como el Espíritu Santo, bendice a la Virgen primero, y a Jesucristo después: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. No quiere esto decir que la Santísima Virgen sea más que Jesucristo o igual a Él, lo cual sería una herejía intolerable, sino que para bendecir más perfectamente a Jesucristo, es menester bendecir antes a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen contra esos falsos devotos escrupulosos: ¡Oh María! bendita sois entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Oraciones Diarias Correspondientes
Veni Creator Spiritus
Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
Magnificat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
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