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sábado, 16 de noviembre de 2024

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 11

Primera Parte

Doce días preliminares

Tema: El espíritu del mundo

Examina tu conciencia, reza, practica la renuncia a tu propia voluntad; mortificación, pureza de corazón. Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el cielo, verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.

La primera parte de la preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario al espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo consiste en esencia en la negación del dominio supremo de Dios, negación que se manifiesta en la práctica del pecado y la desobediencia; por tanto es totalmente opuesto al espíritu de Jesucristo, que es también el de María.

Esto se manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la concupiscencia de los ojos y por el orgullo como norma de vida, así como por la desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus obras son el pecado en todas sus formas; en consecuencia todo aquello por lo cual el demonio nos lleva al pecado; obras que conducen al error y oscuridad de la mente y seducción y corrupción de la voluntad. Sus pompas son el esplendor y las artimañas empleadas por el demonio para hacer que el pecado sea deleitoso, en las personas, sitios y cosas. 

Meditación del Día 11

De la fervorosa enmienda de nuestra vida

Se hallaba uno lleno de congoja, luchando entre el temor y la esperanza, y un día, cargado de tristeza, entró en la iglesia, y se postró delante del altar en oración, y meditando en su corazón varias cosas, dijo: ¡Oh! ¡Si su-piese que había de perseverar! Y luego oyó en lo interior la divina respuesta: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras hacer, y estarás seguro.

Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofre-ció a la divina voluntad, y cesó su congojosa turbación.

Y no quiso escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder, sino que anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, ya sus divinos ojos más agradable y perfecto para comenzar y perfeccionar toda buena obra.

El profeta dice: Espera en el Señor, y haz bondad, y habita en la tierra, y serás apacentado en sus riquezas.

Detiene a muchos el fervor de su aprovechamiento, el espanto de la dificultad, o el trabajo en la pelea.
Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aque-llos que más varonilmente ponen todas sus fuerzas para vencer las que les son más graves y contrarias.

Porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia, adonde más se vence a sí mismo y se mor-tifica el espíritu.

Pero no todos tienen igual ánimo para vencer y mortificarse.

No obstante, el diligente y celoso de su apro-vechamiento, más fuerte será para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el de buen natural, si pone poco cuidado en las virtudes. 

(Imitación de Cristo, libro I, cap. 25)

Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción

Puntos 96-104

3. LOS DEVOTOS EXTERIORES

96. Los devotos exteriores son las personas que cifran toda su piedad para con María en prácticas externas; que no gustan más que de la exterioridad de la devoción a la Santísima Virgen, porque carecen de espíritu interior; que reza-rán muchos rosarios, pero siempre a toda prisa; oirán muchas Misas, pero sin atención; asistirán a las procesiones, pero sin devoción; entrarán en todas las Cofradías, pero sin enmendar su vida, sin violentar sus pasiones, sin imitar las virtudes de la Santísima Virgen.

No entienden sino la parte sensible de la devoción, ni gustan de su parte sólida; si no experimentan algo sensible en sus prácticas espirituales, creen que no hacen nada, se desentienden y lo abandonan todo, o lo hacen a la carrera y sin gusto.

El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores, y no hay gente que murmure más que ellos de las personas de verdadera oración, de las que, consagradas a la vida interior, creen que lo interior es la parte esencial, sin menospreciar por esto la devoción exterior, que va siempre junta con la verdadera y sólida devoción.

4. LOS DEVOTOS PRESUNTUOSOS

97. Los devotos presuntuosos son los pecadores abandonados a sus pasiones o los amantes del mundo que, con el nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen, esconden, o el orgullo, o la avaricia, o la impureza, o la embriaguez, o la cólera, o el hábito de jurar, o la maledicencia, o la injusticia; devotos falsos que se duermen pacífica-mente en sus malos pasos, sin hacerse violencia para corregirse; so pretexto de que son devotos de la Santísima Virgen, se prometen que Dios les perdonará, que no morirán sin confesión y que no se condenarán porque rezan el rosa-rio, ayunan los sábados, pertenecen a tal o cual Cofradía, y van cargados de medallas y escapularios.

Cuando se les dice que su devoción no es más que una ilusión diabólica y una presunción perniciosa capaz de causarles su eterna perdición, no lo quieren creer; dicen que Dios es muy bueno y misericordioso, que no nos ha creado para condenarnos, que no hay hombre que no peque, que no morirán sin confesión, que basta un buen peccavi («¡Señor, pequé!») a la hora de la muerte, que ellos son devotos de la Virgen, que llevan el escapulario, que todos los días rezan en su honra, sin respeto humano ni vanidad, siete Padre-nuestros y siete Avemarías, que rezan también alguna vez el rosario y el Oficio de la Santa Virgen, que ayunan, etc., etc.

En confirmación de lo que dicen, y para mayor ceguedad, cuentan algunas historias que han oído o leído en libros, verdaderos o falsos, poco importa, historias que acreditan que personas muertas en pecado mortal y sin confesión han resucitado para confesarse, o que su alma ha sido milagrosamente detenida en el cuerpo hasta después de la confesión, o que a la hora de la muerte han alcanzado, por la misericordia de la Santísima Virgen, la contrición y el perdón de los pecados, y, por consiguiente, se han salvado, porque durante su vida habían rezado algunas oraciones o ejecutado algunas prácticas de devoción a la Virgen, y así, esperan ellos obtener la misma gracia.

98. Nada es tan condenable en el Cristianismo como esta presunción diabólica, porque ¿es posible que se diga en verdad que se ama y se honra a la Virgen cuando por los pecados se hiere, se crucifica y se ultraja despiadadamente a Jesucristo su Hijo? Si María se obligase a salvar a esta clase de gentes, su misericordia autorizaría el crimen, y ayudaría a crucificar, a ultrajar a su divino Hijo, y ¿quién osará jamás pensarlo?

99. Abusar así de la devoción a la Santísima Virgen, que después de la devoción a Nuestro Señor es la más santa y sólida, es cometer un horrible sacrilegio, el mayor y el menos perdonable después del de la Comunión indigna.

Confieso que para ser verdaderamente devoto a la Virgen no es absolutamente necesario ser tan santo que se evite todo pecado, aunque esto sería de desear; pero sí es a lo me-nos menester (nótese bien lo que voy a decir):

1º. estar en una resolución sincera de evitar, al menos, todo pecado mortal que ultraje tanto a la Madre como al Hijo;
2º. violentarse para evitar el pecado;
3º. ingresar en las cofradías, rezar la Corona, el santo Rosa-rio u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.

100. Todo esto es admirablemente útil para la conversión de los pecadores, aunque endurecidos, y si mi lector es de estos pecadores, aunque tuviera un pie en el abismo, le aconsejo practique algunas de estas devociones, si bien a condición de hacer estas buenas obras con la intención de obtener de Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen, la gracia de la contrición y del perdón de sus pecados, y la fortaleza para vencer sus malos hábitos, y no con el fin de permanecer pacíficamente en estado de pecado mortal contra los remordimientos de su conciencia, el ejemplo de Jesucristo y de los Santos y las máximas del Evangelio.

5. LOS DEVOTOS INCONSTANTES

101. Los devotos inconstantes son aquellos que son devotos de la Virgen por intervalos y por arranques, que tan pronto son fervientes como tibios, que en un momento parecen dispuestos a hacerlo todo por su servicio, y poco después no son ya los mismos. Los tales devotos abrazarán de pronto todas las devociones a la Santísima Virgen, entrarán en todas las Congregaciones, pero no practicarán las reglas con fidelidad; cambian como la luna, y María los pone bajo sus pies, porque son variables e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, entre los que tienen por herencia la fidelidad y la constancia. Vale más no cargarse de tantas oraciones y prácticas de devoción, y hacer poco con amor y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne, que hacer tanto y hacerlo tan mal y tan sin espíritu.

6. LOS DEVOTOS HIPÓCRITAS

102. Hay además otros falsos devotos de la Santísima Virgen, que son los devotos hipócritas, los que cubren sus pecados y sus malos hábitos bajo el manto de María, a fin de pasar a los ojos de los hombres por lo que no son.

7. LOS DEVOTOS INTERESADOS

103. Hay, en fin, devotos interesados, que recurren a la Virgen sólo para ganar algún pleito, para evitar algún peli-gro, para curarse de una enfermedad o por alguna otra necesidad de esta clase, sin la que no se hubieran acordado de ella. Unos y otros son falsos devotos, inadmisibles ante Dios y su Santísima Madre.

104. Guardémonos de ser del número 

de los devotos críticos, que en nada creen y lo critican todo; 
de los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima Virgen por respeto a Jesucristo; 
de los devotos exteriores, que cifran toda su devoción en prácticas superficiales; 
de los devotos presuntuosos, que, confiados en su falsa devoción a la Virgen, se encharcan en pecados; de los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las dejan a cada instante o a la menor tentación;
de los devotos hipócritas, que entran en las Cofradías y se visten la librea de la Virgen Santísima a fin de pasar por buenos, y, en fin,
de los devotos interesados, que no recurren a la Virgen sino con el fin de librarse de los males del cuerpo o de alcan-zar bienes temporales.

Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.

Oraciones Diarias Correspondientes

Veni Creator Spiritus

Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.

Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos. Amén.

Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.  

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