Tercera Parte
El conocimiento de María
Los
actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de
sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su
obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas
las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia
heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: <> como dice
san Luis María Grignion de Montfort, las diez virtudes principales de la
santísima Virgen.
Tenemos
que unirnos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra
devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que
nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima
Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y
nuestra Señora.Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta
realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas
y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello.
Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en donde podemos
ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones.
Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea,
sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los
misterios de Jesucristo y su unión con El.
Meditación del Día 23
En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María.
Toda vez que nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de todas las devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a este acabado modelo de toda santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor, es la devoción a la Santísima Virgen, su Santa Madre, y cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con Jesucristo.
Y he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.
Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de María.
Es menester entregarle: primero, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; segundo, nuestra alma con todas sus potencias; tercero, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; cuarto, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras.
En una palabra: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Señora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.
Y he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.
Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de María.
Es menester entregarle: primero, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; segundo, nuestra alma con todas sus potencias; tercero, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; cuarto, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras.
En una palabra: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Señora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
Puntos 183 - 190
FIGURA BÍBLICA DE LA VIDA CONSAGRADA POR MARÍA: REBECA Y JACOB
183. De todas las verdades que acabo de consignar respecto de la Santísima Virgen y de sus hijos y servidores, el Espíritu Santo nos ofrece en el libro del Génesis una figura admirable en la historia de Jacob, quien recibió la bendición de su padre Isaac por la diligencia e industria de Rebeca, su madre. Vedla tal como el Espíritu Santo la refiere; por mi parte añadiré luego algunas explicaciones.
HISTORIA BÍBLICA DE REBECA Y JACOB
184. Habiendo vendido Esaú a Jacob su derecho de primogenitura, Rebeca, madre de ambos hermanos, a quienes Isaac amaba tiernamente, le aseguró esta prerrogativa muchos años después, en virtud de un acto de santa destreza llena de misterio.
Sintiéndose ya muy viejo Isaac y deseando bendecir a sus hijos antes de morir, llamó a su hijo Esaú, a quien amaba, y le encargó que fuese a cazar algo que comer para bendecirle en seguida. Rebeca puso inmediatamente en conocimiento de Jacob lo que pasaba, y le ordenó que fuese en busca de dos cabritos del rebaño. Cuando los hubo entregado a su madre, ésta preparó para Isaac un manjar que sabía le gustaba, vistió a Jacob con las ropas de Esaú, que ella guardaba, y cubrió sus manos y su cuello con la piel de los cabritos, a fin de que su padre, que estaba ciego, pudiese, al oír las palabras de Jacob, creer, siquiera por el vello de las manos, que era Esaú.
Isaac, sorprendido con el timbre de aquella voz que le hacía creer que era la de Jacob, le hizo aproximarse, y al tocar el pelo de las pieles con que se había cubierto las manos, dijo que verdaderamente la voz era la de Jacob, pero que las manos eran las de Esaú. Después que comió y sintió, al besar a Jacob, el olor de sus perfumados vestidos, le bendijo y le deseó el rocío del cielo y la fecundidad de la tierra; le hizo señor de sus hermanos, y dio fin a su bendición con estas palabras: «Aquel que os maldijere, sea maldito, y el que os bendiga, sea colmado de bendiciones».
No bien acabó de hablar Isaac, cuando entra Esaú trayendo para comer lo que había cazado, para que su padre le bendijese en seguida. El santo Patriarca se sorprende con increíble asombro, cuando comprendió lo que acababa de pasar; mas lejos de retractar lo que había hecho, al contrario, lo confirmó, porque distinguía sensiblemente el dedo de Dios en este proceder. Esaú entonces lanza bramidos, como nota la Sagrada Escritura; acusa de engañador a su hermano, y pregunta a su padre si no tenía más que una bendición; en lo cual era, como advierten los Santos Padres, la imagen de los que, hallando fácil aliar a Dios con el mundo, quieren gozar a la vez los consuelos del cielo y los goces de la tierra. Isaac, enternecido con los gritos de Esaú, lo bendijo, al fin, pero con bendición de la tierra, sujetándolo a su hermano, lo cual hizo concebir a Esaú un odio tan envenenado contra Jacob, que no esperaba más que la muerte de su padre para matarle; y Jacob no hubiera podido evitar la muerte si su amada madre Rebeca no hubiese acudido a su seguridad con la solicitud y los buenos consejos que le dio, y que él aprovechó.
EXPLICACIÓN
1. Esaú, figura de los réprobos
185. Antes de explicar esta historia, que tan hermosa es, menester es advertir que, según los Santos Padres y los intérpretes de la Sagrada Escritura, Jacob es la figura de Jesucristo y de los predestinados, y Esaú, la de los réprobos; y para juzgar así basta examinar las acciones y la conducta del uno y del otro.
1º. Esaú, el primogénito, era fuerte y robusto, gran cazador, de cuerpo diestro y hábil para manejar el arco.
2º. No estaba casi nunca en casa, y poniendo su confianza sólo en su fuerza y en su destreza, no trabajaba sino fuera de su hogar.
3º. Esaú no trabajaba por agradar a su madre Rebeca.
4º. Era tan glotón y gustaba tanto los placeres del gusto, que vendió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas.
5º. Estaba, como Caín, lleno de envidia contra su hermano Jacob, y lo persiguió a muerte.
186. He aquí la conducta que guardan siempre los réprobos:
1º. Fían en sus fuerzas e industria en los negocios temporales; son fuertes, hábiles y perspicaces para las cosas de la tierra, pero muy necios, débiles e ignorantes para las del cielo: Fuertes en las cosas terrenas, flojos en las celestiales, Por esto:
187. 2º. No paran nada o paran poco en la casa, en su propio hogar, es decir, en el interior de su alma, que es la casa interior que Dios ha dado a cada hombre para que habite allí consigo mismo. Los réprobos no aman el retiro, ni cosas espirituales, ni la devoción interior, y califican de pequeños, de beatos y de salvajes a los hombres interiores y retirados del mundo, que trabajan más interior que exteriormente.
188. 3º. Los réprobos no se cuidan nada de la devoción a la Santísima Virgen, Madre de los predestinados; es verdad que no la aborrecen formal-mente: algunas veces la alaban, dicen que la aman, hasta practican algunas devociones en honra suya, pero no pueden sufrir que se la ame tiernamente, porque no tienen para con Ella las ternuras de Jacob. Desaprueban las prácticas de devoción, a las que los buenos hijos y servidores de María suelen ser tan fieles. Pretenden que con no aborrecer formalmente a la Virgen y no menospreciar abiertamente su devoción, es bastante, y creen que con esto han alcanzado su gracia, y se figuran que son devotos de María porque recitan y murmuran algunas oraciones en su honra, sin ternura para con Ella ni enmienda en sus pecados.
189. 4º. Los réprobos venden su derecho de primogenitura, es decir, los placeres del Paraíso, por un plato de lentejas, es decir, por los placeres de la tierra. Beben, comen y se divierten, juegan, bailan, sin tomar a pecho, como Esaú, el hacerse dignos de la bendición del Padre celestial. En pocas palabras, no piensan sino en la tierra, no aman más que la tierra, no hablan ni tratan más que de la tierra y de los placeres vendiendo por un momento de goce, por un vano humo de honra y por un pedazo de tierra dura, amarilla o blanca, la gracia bautismal, su vestido de inocencia y la herencia celestial.
190. 5º. En fin, los réprobos aborrecen y persiguen sin cesar a los predestinados, franca u ocultamente; no pudiendo soportarlos, los desprecian, los critican, los contradicen, los injurian, los traen en lenguas; los engañan, los empobrecen, los desechan, los reducen a polvo, al paso que ellos agrandan su fortuna, gozan, viven cómodamente, se enriquecen, se engrandecen y se regalan a sus anchas.
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 20º. AL 26º. INCLUSIVE
LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas.
Espíritu que das testimonio de Cristo.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe.
Espíritu de Dios que habita en nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento.
Espíritu de consejo y de fortaleza.
Espíritu de ciencia y de piedad.
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz.
Espíritu de humildad y de castidad.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre.
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.
Espíritu en el cual renacemos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres.
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
A cada invocación responder: líbranos, Señor
De todo mal,
De todo pecado.
De tentaciones e insidias del demonio.
De la presunción y desesperación.
De la resistencia a la verdad conocida
De la obstinación y de la impenitencia.
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.
A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.
Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Para que no creamos a todo espíritu.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud.
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Oración:
Asístanos,
te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente
nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el
mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa un solo Dios.
A cada invocación responder: Ruega por nosotros
Santa María.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
Madre de Cristo.
Madre de la Iglesia.
Madre de la divina gracia.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre inviolada.
Madre virgen.
Madre inmaculada.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de veneración.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Esclava del Señor.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso honorable.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consoladora de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
Reina de los patriarcas.
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de todos los santos.
Reina concebida sin mancha original.
Reina asunta a los cielos.
Reina del Santísimo Rosario.
Reina de la familia.
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Te
pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de
alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen,
líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del
cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA de San Luis Mª Grignion de Montfort
¡Salve,
María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, Madre admirable
del Hijo; salve, Madre, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve,
María, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve,
gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Sois toda mía por
misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia, pero todavía no lo soy
bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno
esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
Si
algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo
suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y
desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y
levantar y producir todo lo que os guste. La luz de tu fe disipe las
tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi
orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi
fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi
memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y
frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos
sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y
amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el
tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que
no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no
tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor
ardiente como Tú.
No
pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun
espirituales. Para Ti el ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por
entero sin amargura; para Ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu
Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles, hombres y
demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer, en fin,
sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Ésta es, divina María,
la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es
para mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el
experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar;
sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo,
continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin
interés, como el más vil de los esclavos.
La
sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos los
días y en todos los momentos de mi vida diga tres amen es: amén (así
sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo
que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma,
para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a
Jesús en mí, ahora y en la eternidad. Amén.
RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN
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