Tercera Parte
El conocimiento de María
Los
actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de
sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su
obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas
las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia
heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: <> como dice
san Luis María Grignion de Montfort, las diez virtudes principales de la
santísima Virgen.
Tenemos
que unirnos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra
devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que
nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima
Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y
nuestra Señora.Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta
realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas
y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello.
Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en donde podemos
ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones.
Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea,
sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los
misterios de Jesucristo y su unión con El.
Meditación del Día 24
Esta devoción es un camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección cristiana.
Es un camino fácil: Es un camino que Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que no se encuentra ningún tropiezo para llegar a El. Es verdad que es posible llegar a la unión con Dios por otros caminos, pero será pasando por muchas más cruces y extraños desfallecimientos, y al través de muchas más dificultades, penosísimas de vencer.
Es un camino corto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para hallar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravíos, ya sea porque, como acabo de decir, por él se camina con más gozo y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más en poco tiempo de sumisión y de dependencia de María, que en años enteros de propia voluntad y de apoyo sobre sí mismo.
Es un camino perfecto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para ir a unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje.
El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno.
Es un camino seguro: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a El. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, en conclusión, que esta devoción no es nueva, y que si bien no es común, cosiste esto en que es demasiado preciosa para ser saboreada y practicada por todo el mundo. Esta devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno.
Es un camino fácil: Es un camino que Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que no se encuentra ningún tropiezo para llegar a El. Es verdad que es posible llegar a la unión con Dios por otros caminos, pero será pasando por muchas más cruces y extraños desfallecimientos, y al través de muchas más dificultades, penosísimas de vencer.
Es un camino corto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para hallar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravíos, ya sea porque, como acabo de decir, por él se camina con más gozo y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más en poco tiempo de sumisión y de dependencia de María, que en años enteros de propia voluntad y de apoyo sobre sí mismo.
Es un camino perfecto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para ir a unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje.
El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno.
Es un camino seguro: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a El. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, en conclusión, que esta devoción no es nueva, y que si bien no es común, cosiste esto en que es demasiado preciosa para ser saboreada y practicada por todo el mundo. Esta devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno.
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
Puntos 191 - 200
191. En cuanto a Jacob, el menor de la familia:
1º. Era de una contextura débil, dulce y apacible, y generalmente permanecía en casa para granjearse el cariño de Rebeca, a la que amaba tiernamente; si salía alguna vez, no era por su propia voluntad ni por confianza en su habilidad, sino por obedecer a su madre.
192. 2º. Amaba y honraba a su madre, y por esto se quedaba en casa; evitaba todo lo que podía desagradarla, y hacía cuanto creía que la agradaba, todo lo cual aumentaba en Rebeca el amor que tenía a su hijo.
193. 3º. En todo estaba sometido a su querida madre; la obedecía en todo y por todo, pronta y amorosamente y sin quejarse; a la menor señal de su voluntad, el pequeño Jacob corría y trabajaba; creía todo lo que ella le decía, por ejemplo, cuando le dijo que fuese a buscar dos cabritos y los trajese para disponerlos para la comida de su padre Isaac, Jacob no le replicó que tenía bastante con uno, sino que sin razonar hizo lo que ella le ordenó.
194. 4º. Tenía una gran confianza en su amada madre; como no confiaba en su propio saber, se atenía solamente a la solicitud y a la protección maternal; reclamaba su socorro en todas sus necesidades y la consultaba en todas sus dudas; por ejemplo, cuando le preguntó si en vez de la bendición no recibiría la maldición de su padre, la creyó y confió en ella apenas le dijo que ella tomaba sobre sí esta maldición.
195. 5º. En fin, imitaba según su alcance las virtudes que veía en su madre, y parece que una de las razones por la que pertenecía tranquilo en la casa, era la de imitar a su querida madre; que era virtuosa, y así se separaba de las malas compañías que corrompen las costumbres. Por eso se hizo digno de recibir la doble bendición de su querido padre.
3. Comportamiento de los predestinados y de los réprobos
196. Ved también la conducta que usan siempre los predestinados:
1º. Permanecen siempre en casa con su madre, es decir, aman el retiro, se aplican a la oración, siguiendo el ejemplo y estando en la compañía de su Madre, la Virgen, cuya gloria toda está en el interior, y que durante toda su vida amó tanto el retiro y la oración. Verdad es que alguna vez salen al mundo; pero es por obedecer la voluntad de Dios y la de su amada Madre, y para cumplir los deberes de su estado. Por más que exteriormente hagan algunas cosas grandes en apariencia, estiman aún mucho más las que hacen dentro de sí, en compañía de la Santísima Virgen; porque así trabajan en la grande obra de su perfección, en comparación de la cual las demás obras no son más que juegos de niños. Por esto mientras que alguna vez sus hermanos y hermanas trabajan por fuera con mucho empeño, habilidad y éxito, con la alabanza y la aprobación del mundo, ellos conocen por la luz del Espíritu Santo que hay mucha más gloria, bien y gozo en permanecer escondidos en el retiro con Jesucristo su modelo, en una entera y perfecta sumisión a María, que en hacer por sí mismos maravillas en el mundo, como tantos Esaús y tantos réprobos: En su casa, gloria y tesoros (Sal 111, 8): la gloria para Dios y las riquezas para el hombre, se encuentran en la casa de María.
¡Oh, cuán amables son vuestros tabernáculos, Señor y Dios mío! El pajarillo ha hallado una casa para alojarse, y la tórtola un nido para poner sus pequeñuelos. ¡Oh, qué dichoso es el que habita en la casa de María, en la que Vos hicisteis el primero vuestra mansión! En esta morada de predestinados es donde el cristiano recibe su socorro de Vos sólo, y donde habéis Vos dispuesto las subidas y progresos en todas las virtudes para llegar a la perfección en este valle de lágrimas. Cuán queridas tus tiendas, Señor de los valores (Sal 33, 2).
197. 2º. Los predestinados aman tiernamente y honran a la Santísima Virgen como a su buena Madre y Señora. La aman, no sólo con los labios, sino en verdad; la honran, no sólo exteriormente, sino en el fondo de su corazón; evitan, como Jacob, todo lo que le puede desagradar, y practican con fervor todo lo que creen que puede granjearles su benevolencia. Le llevan y le entregan no dos cabritos, como Jacob a Rebeca, sino su cuerpo y alma, con todo lo que de ellos depende, lo cual está figurado por los dos cabritos de Jacob, ¿con qué fin?
1º. Para que Ella los reciba como cosa que le pertenece.
2º. Para que los mate y los haga morir al pecado y a sí mismos, desollándolos y despojándolos de su propia piel y de su amor propio, para, por este medio, agradar a Jesús, su Hijo, el cual no quiere para amigos y discípulos suyos más que a los que están muertos a ellos mismos.
3º. Para que Ella los aderece al gusto del Padre celestial y a su mayor gloria, la cual Ella conoce mejor que ninguna criatura.
4º. Para que, por sus cuidados y por sus intercesiones, este cuerpo y esta alma, bien purificados de toda mancha, bien muertos, bien despojados y bien aderezados, sean un manjar delicado, digno de la boca y de la bendición del Padre celestial. Y ¿no es esto acaso lo que harán las personas predestinadas, que gustarán y practicarán la perfecta consagración a Jesús por las manos de María, que les enseñamos, para testificar a Jesús y a María un amor efectivo e intrépido? Los réprobos dicen muchas veces que aman a Jesús y que aman y honran a María; pero no lo demuestran con sus ofrendas ni llegan a sacrificar el cuerpo con sus sentidos y el alma con sus pasiones, como los predestinados.
198. 3º. Estos viven sumisos y obedientes a la Santísima Virgen, como a su cariñosa Madre, a ejemplo de Jesucristo, quien de 33 años que ha vivido sobre la tierra empleó 30 en glorificar a Dios su Padre mediante una perfecta y entera sumisión a su Santísima Madre. Los predestinados obedecen a María siguiendo exactamente sus consejos, como el pequeño Jacob los de Rebeca, que le dice: Hijo mío, atiende a mis consejos (Gn 27, 8), sigue mis consejos; o como los sirvientes de las bodas de Caná, a quienes la Santísima Virgen dijo: Haced todo lo que mi Hijo os diga (Jn 2, 5). Jacob por haber obedecido a su madre, recibió la bendición como por milagro, aunque naturalmente no la debiese recibir; los sirvientes de las bodas de Caná, por haber seguido el consejo de la Santísima Virgen, fueron honrados con el primer milagro de Jesucristo, que convirtió el agua en vino a ruego de su Santísima Madre.
Asimismo, todos los que hasta el fin de los siglos reciban la bendición del Padre celestial y sean honrados con los milagros de Dios, no recibirán estas gracias sino en consecuencia de su perfecta obediencia a María; los Esaús, al contrario, pierden su bendición por falta de sumisión a la Santísima Virgen.
199. 4º. Los predestinados tienen una gran confianza en la bondad y el poder de María, su Madre; reclaman sin cesar su socorro, la miran como su estrella polar para arribar a buen puerto, le descubren sus penas y sus necesidades con mucha expansión de corazón. Apelan a su misericordia y su dulzura para obtener el perdón de sus pecados mediante su intercesión, o para gustar sus dulzuras maternales en sus penas y en sus sequedades; se arrojan y se esconden de una manera admirable en su seno maternal y virginal, para estar allí embebidos en el puro amor, para ser purificados de las menores manchas y para hallar plenamente a Jesús, que allí reside en su más glorioso trono.
¡Oh, qué felicidad! No creas, dice el abad Guerrico, que suponga más felicidad habitar en el seno de Abraham que en el seno de María, puesto que en éste puso el Señor su trono. Los réprobos, al contrario, poniendo toda su confianza en sí mismos, comen como el hijo pródigo sólo lo que comen los puercos, no se alimentan sino de la tierra como los sapos, no aman sino como los mundanos las cosas visibles y exteriores, no gustan las dulzuras del seno de María, no sienten el seguro apoyo y confianza que los predestinados sienten para con la Virgen, su bondadosa Madre. Quieren miserablemente saciar sus ansias con cosas de fuera, como dice San Gregorio, porque no quieren gustar de la dulzura que está preparada toda en el interior de sí mismos y en el interior de Jesús y María.
200. 5º. En fin, los predestinados siguen los caminos de la Virgen, es decir, la visitan, y por esto son verdaderamente dichosos y devotos, y llevan la señal de su predestinación como se lo dice Ella: Dichosos aquellos que practican (Pr 8, 32) mis virtudes y que caminan sobre las huellas de mi vida, con el socorro de la gracia divina. Son dichosos en este mundo durante su vida por la abundancia de gracias y de dulzuras que de mi plenitud les comunico, y con más abundancia que a los que no me imitan tan de cerca; son dichosos en su muerte, que es dulce y tranquila, y a la que asisto ordinariamente para conducirlos yo misma a los gozos de la eternidad; en fin, ellos serán felices para siempre, porque ninguno de mis buenos servidores que han imitado mis virtudes en la vida se ha perdido jamás.
Los réprobos, al contrario, son desgraciados durante su vida, en su muerte y en toda la eternidad, porque no imitan a la Virgen en sus virtudes, contentándose con inscribirse alguna vez en sus Congregaciones, con recitar alguna oración en su honra o con hacer alguna otra devoción exterior.
¡Oh Santísima Virgen, mi bondadosa Madre: cuán felices son, repito, con los transportes de mi corazón, cuán felices los que, no dejándose seducir por una falsa devoción hacia Vos, siguen fielmente por vuestros caminos, observando vuestros consejos y vuestras órdenes! Pero ¡qué desgraciados son los que, abusando de vuestra devoción, no guardan los mandamientos de vuestro Hijo! Son malditos quienes de tus mandatos se desvían (Sal 119, 21).
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 20º. AL 26º. INCLUSIVE
LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas.
Espíritu que das testimonio de Cristo.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe.
Espíritu de Dios que habita en nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento.
Espíritu de consejo y de fortaleza.
Espíritu de ciencia y de piedad.
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz.
Espíritu de humildad y de castidad.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre.
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.
Espíritu en el cual renacemos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres.
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
A cada invocación responder: líbranos, Señor
De todo mal,
De todo pecado.
De tentaciones e insidias del demonio.
De la presunción y desesperación.
De la resistencia a la verdad conocida
De la obstinación y de la impenitencia.
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.
A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.
Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Para que no creamos a todo espíritu.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud.
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Oración:
Asístanos,
te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente
nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el
mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa un solo Dios.
A cada invocación responder: Ruega por nosotros
Santa María.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
Madre de Cristo.
Madre de la Iglesia.
Madre de la divina gracia.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre inviolada.
Madre virgen.
Madre inmaculada.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de veneración.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Esclava del Señor.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso honorable.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consoladora de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
Reina de los patriarcas.
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de todos los santos.
Reina concebida sin mancha original.
Reina asunta a los cielos.
Reina del Santísimo Rosario.
Reina de la familia.
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Te
pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de
alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen,
líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del
cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA de San Luis Mª Grignion de Montfort
¡Salve,
María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, Madre admirable
del Hijo; salve, Madre, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve,
María, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve,
gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Sois toda mía por
misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia, pero todavía no lo soy
bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno
esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
Si
algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo
suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y
desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y
levantar y producir todo lo que os guste. La luz de tu fe disipe las
tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi
orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi
fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi
memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y
frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos
sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y
amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el
tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que
no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no
tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor
ardiente como Tú.
No
pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun
espirituales. Para Ti el ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por
entero sin amargura; para Ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu
Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles, hombres y
demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer, en fin,
sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Ésta es, divina María,
la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es
para mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el
experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar;
sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo,
continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin
interés, como el más vil de los esclavos.
La
sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos los
días y en todos los momentos de mi vida diga tres amen es: amén (así
sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo
que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma,
para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a
Jesús en mí, ahora y en la eternidad. Amén.
RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN