jueves, 17 de abril de 2025

Rosario Eucaristico


Guía: Queridos amigos, hoy Jesús nos invita a compartir un momento de intimidad con El. Ese Jesús, que está vivo y realmente presente en la Eucaristía quiere que le regalemos un poco de nuestro tiempo para amarlo, para alabarlo y para adorarlo. Hoy está aquí, frente a nosotros, sobre el altar, presente y vivo en ese pedacito de pan que ya no es pan, sino el Cuerpo Vivo de Cristo, que está esperando a que lo amemos, a que lo adoremos. Vamos a rezar juntos el Rosario Eucarístico, contemplando los misterios de la vida de Jesús, en los cuales nos revela y nos regala para siempre su cuerpo y su sangre hechos pan y vino. Cantamos: Alabado sea el Santísimo Sacramento.

1º Misterio: La multiplicación de los panes.

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: "En aquellos días, Jesús y sus apóstoles se retiraron en una barca a un lugar solitario para descansar. Pero muchos los siguieron desde todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Al llegar, Jesús sintió compasión de aquella muchedumbre y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando los discípulos se le acercaron y le dijeron: ‘Ya se hace muy tarde. Despídelos para que vayan a sus aldeas y puedan comer’. Jesús les contestó: ‘Dénles ustedes de comer’. Los disípulos preguntaron alarmados: ‘¿De dónde vamos a sacar para darle de comer a tanta gente? Tan sólo tenemos cinco panes y dos peces’. Entonces Jesús ordenó a la multitud que se sentara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los repartió entre los discípulos para que los fueran sirviendo. También repartió los peces. Todos comieron hasta saciarse, y con lo que sobró se llenaron doce canastos. Los que comieron los panes fueron unas cinco mil personas." (Mc 6,31-44)

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: En la multiplicación de los Panes, Jesús quiere mostrarnos que el Pan que El nos va a regalar en la Eucaristía es para todos y cada uno de nosotros, para todos los que quieran recibirlo. Sin embargo, muchas veces despreciamos ese grandísimo regalo que El nos ha dejado y lo dejamos solo en el Sagrario, o esperando en la mesa a ser comido por nosotros. Vamos a aprovechar este momento para pedirle perdón por nuestra indiferencia, respondiendo a cada oración: "Ten misericordia de nosotros".

- Por nuestra indiferencia a Tí, que estás presente en cada comunión, te decimos...

- Por nuestras distracciones y faltas de atención en la Misa de cada domingo, te decimos...

- Por tantas comuniones que hemos recibido sin estar en gracia de Dios, te decimos...

- Por nuestras faltas a la Misa dominical y por el abandono de la confesión y la comunión frecuente, te decimos...

- Porque muchas veces nos olvidamos de Tí, Señor, te decimos...

- Por tantas veces que, pudiendo haberte venido a visitar, te dejamos solo en el Sagrario, te decimos...

- Por tantas veces que no quisimos ver tu luz y compartir el banquete de la Eucaristía, te decimos...

- Por no dar testimonio de tu amor entre nuestros amigos y familiares, te decimos...

- Por todas las veces que pudimos ayudar a que alguien se acercase a Tí en la Eucaristía, y no lo hicimos, te decimos...

- Por todos que en Tí no creen, no te adoran, ni te aman, te decimos...

Guía: Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: ¡Oh, buen Jesús!

2º Misterio: Jesús nos dice que El es el Pan de Vida.

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía:"En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: ‘¿Qué debemos hacer para obrar como Dios quiere?’. Jesús les respondió: ‘La obra de Dios consiste en que crean en Aquel que El ha enviado’. Ellos entonces le dijeron: ‘¿Y qué señal nos das Tú para que viéndola creamos en Tí? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del Cielo les dio a comer’ Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo’. Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan’. Y Jesús les contestó: ‘´Yo soy el Pan de la Vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed’." (Jn 6,28-35)

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: Jesús nos dice que la obra de Dios consiste en que creamos en Aquel que el Padre ha enviado. Jesús nos dice que El es el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, El es en quien debemos creer para agradar al Padre. Expresemos nuestra fe en Jesucristo respondiendo a cada oración: "En Tí creemos, Señor".

- Porque creemos, Jesús, que Tú eres el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, te decimos...

- Porque creemos, Jesús, que Tú estás realmente presente en el Pan y el Vino que recibimos en la Eucaristía, te decimos...

- Porque creemos que en cada Eucaristía revivimos tu Pasión, Muerte y Resurrección, te decimos...

- Porque creemos Señor, que si comemos tu Cuerpo y bebemos tu Sangre tendremos Vida Eterna, te decimos...

- Porque creemos Señor Jesús, que tu Carne es verdadera comida, y tu Sangre es verdadera bebida, te decimos...

- Porque creemos Jesús, que al recibirte en la Eucaristía nos hacemos uno contigo y con tu Padre, te decimos...

- Porque creemos Señor, que al compartir la Eucaristía nos unimos a toda la Iglesia en un solo cuerpo, te decimos...

Guía: Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: Jesucristo, danos de este pan.

3º Misterio: Jesús nos promete que quien come su Cuerpo y bebe su Sangre, tendrá la Vida Eterna.

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: "En aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘En verdad, en verdad les digo: El que cree tiene vida eterna. Yo soy el Pan de la Vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este Pan que baja del Cielo es para que quien lo coma no muera. Yo soy el Pan Vivo bajado del Cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’." (Jn 6, 47-51a.54)

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: Al dejarnos el regalo de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, Jesús nos dejó también la esperanza en que no moriremos jamás. Sembró en nosotros la confianza de que si comemos su Cuerpo y bebemos su sangre, tendremos Vida Eterna. Vamos a manifestar nuestra confianza en la promesa de Jesús, respondiendo a cada oración: "En tí confiamos Señor".

- Porque Tú nos prometiste que quien come tu cuerpo y bebe tu sangre tiene Vida Eterna, te decimos...

- Porque todos los domingos nos das la oportunidad de comulgar, y de hacernos parte de Tí, te decimos...

- Porque tu misericordia dura para siempre, eres compasivo y lento para el enojo, te decimos...

- Porque en momentos de soledad y amargura levantamos nuestro grito al cielo y tenemos plena seguridad de tu presencia, Señor, te decimos...

- Porque sabemos que Tú nos resucitarás en el último día, te decimos...

- Porque quisiste quedarte entre nosotros hecho pan y vino para acompañarnos y darnos fuerza, te decimos...

- Porque nos prometiste que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos, te decimos...

Guía: Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: Vive Jesús, el Señor.

4º Misterio: Jesús nos anuncia que al comer su Cuerpo y beber su Sangre, nos hacemos uno con El, y El se hace uno con nosotros.

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: "En aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Al igual que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.’." (Jn 6,55-57)

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: Jesús nos enseñó que por medio de la Eucaristía nos hacemos uno con El, y El se hace uno con nosotros. Esto nos llena de alegría porque Dios mismo nos permite sentir su presencia dentro de nosotros, y esta alegría nos mueve a alabarlo desde lo más profundo de nuestro ser. Nos unimos a la alabanza respondiendo a cada oración: "Te alabamos Señor".

- Porque estás ahí presente en la Eucaristía, queremos decirte...

- Porque te haces uno con nosotros y nos permites ser uno contigo en la Eucaristía, queremos decirte...

- Porque por medio de la Eucaristía haces que todos seamos uno en la Iglesia, queremos decirte...

- Por el amor de tu entrega en la Cruz para salvarnos y darnos Vida Eterna, queremos decirte...

- Porque en los momentos de sufrimiento y de vacío en nuestra alma, Tú nos alimentas y nos das vida con el pan divino de la Eucaristía, queremos decirte...

- Porque contigo se alegra nuestro corazón, queremos decirte...

- Porque al recibirte inundas nuestras almas de una profunda alegría, queremos decirte...

- Porque al recibirte en la Eucaristía, sanas las heridas de nuestra alma, queremos decirte...

Guía: Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: Eucaristía.

5º Misterio: La institución de la Eucaristía en la Ultima Cena.

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: "Sabiendo Jesús que iba a ser entregado, reunió a los Doce para cenar. Mientras estaban comiendo, Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos dijo: ‘Tomen y coman, éste es mi Cuerpo’. Luego tomó una copa, y luego de dar gracias se las dio diciendo: ‘Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre de la Alianza, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados’. Y agregó: ‘Hagan esto en memoria mía’." (Mt 26,26-28; 1Cor 11,25)

Padrenuestro, diez Avemarías, Gloria

Guía: Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.

R: Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

Guía: Al dejarnos su Cuerpo y su Sangre, Jesucristo nos hizo dos grandes regalos: primero, su presencia en nuestras vidas de una forma visible, como alimento, y segundo, la Vida Eterna, que es el regalo más grande que podría habernos hecho. Concientes de la maravilla de sus presentes, queremos darle gracias sinceramente. Lo hacemos, respondiendo a cada oración: "Gracias Señor"

- Porque al recibir tu Cuerpo y Sangre nos fortaleces en la fe, te decimos...

- Porque con tu Cuerpo revives nuestro espíritu, te decimos...

- Porque te ofreces cada domingo en la Eucaristía, te decimos...

- Por la fuerza que nos renuevas en cada Eucaristía, te decimos...

- Porque a pesar de nuestras miserias, te entregas a nosotros sin condiciones y con amor, te decimos...

- Porque en cada Misa nos esperas para regalarnos una vez más tu Cuerpo y tu Sangre, te decimos...

- Porque en cada Comunión, no miras nuestros pecados, sino nuestra fe, te decimos...

Guía: Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: Como Cristo nos amó.

Guía: Con el firme propósito de volver a visitar a Jesús que nos espera en el Sagrario, en cualquier momento libre que tengamos, vamos a terminar este Rosario Eucarístico cantando: Alabado sea el Santísimo Sacramento.

lunes, 14 de abril de 2025

Preparación para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús - Día 11

Oraciones iniciales para todos los días

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque, pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más, y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo ven, ven por medio de la dulce y poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María tu amadísima Esposa (tres veces para glorificar la Santísima Trinidad).

Consagración a la Virgen María

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me entrego del todo a Ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra, todo mi ser, ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad!, guárdame y protégeme como hijo y posesión tuya. Amén.

Oración a San José (Papa León XIII)

A Vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.

Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad. Amén

Rosario del Sagrado Corazón de Jesús

En las cuentas grandes:

Te adoramos, oh Jesús, que fuiste afligido hasta el exceso en el Huerto, y que ahora todavía eres tan cruelmente ultrajado por los impíos en el Santísimo Sacramento. Reconocemos, ¡oh amable Salvador!, que Tú eres el solo Santo, el solo Señor y el solo Altísimo.

En las cuentas pequeñas:

V. Yo te adoro, Sacratísimo Corazón de Jesús.
R. Abrasa mi corazón en el divino amor en que te abrasas.

En vez del Gloria:

V. Jesús, manso y humilde de Corazón.
R. Haz mi corazón semejante al Tuyo.

Al final del rosario se reza un Padrenuestro, un Ave María y la siguiente oración:

Jesucristo Dios que, por un inefable milagro de caridad, te dignaste entregar tu Corazón a los hombres a fin de ganar enteramente sus corazones, escucha nuestras humildes súplicas y perdona nuestros pecados, de los cuales nos reconocemos culpables delante de Ti; echa una mirada compasiva a todos aquellos a quienes consagras los afectos de tu tan amable Corazón. Ya que lloramos y detestamos de todo corazón los impíos ultrajes, los desprecios, burlas y sacrilegios con que hombres ingratos te ofenden en todas las partes del mundo; haz que honrándote dignamente en el adorable misterio de nuestros altares, estemos animados de los sentimientos de tu Corazón Sagrado, y que durante toda la eternidad alabemos dignamente el amor que nos ha tenido tu Divino Corazón. Te lo rogamos, a Ti que vives y reinas con el Padre y en unión del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Letanías al Sagrado Corazón de Jesús

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Padre eterno, Dios de los cielos, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.

A cada invocación responderemos: ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, 
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, 
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo de Dios,
Corazón de Jesús, de majestad infinita, 
Corazón de Jesús, templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo, 
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, 
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, 
Corazón. de Jesús, lleno de bondad y de amor, 
Corazón de Jesús, abismo de todas las Virtudes, 
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, 
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, 
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, 
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus complacencias,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, 
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, 
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia,
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, 
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, saciado de oprobios, 
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, 
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús; traspasado por una lanza, 
Corazón de Jesús, fuente de toda consolación, 
Corazón de Jesús, Vida y resurrección nuestra, 
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, 
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, 
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren, 
Corazón de Jesús delicia de todos los santos, 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.

V Jesús manso y humilde de corazón.
R Haz mi corazón semejante al Tuyo.

Oración

Omnipotente y sempiterno Dios, mira al Corazón de tu amadísimo Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que te dio en nombre de los pecadores, y concede propicio el perdón a los que imploran tu misericordia, en nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, que Contigo Vive y reina en unión con el Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Meditación Correspondiente

DÍA 11 - Honra Mi Divino Corazón con homenajes espirituales.

Hijo, un día más de nuestro encuentro de amor. Un día más en que Mis Palabras encenderán en tu corazón un fuego de Amor Divino. Un día más en que Mi Mirada paternal arropa y cubre todo tu ser. Hoy, quiero pedirte que honres Mi Divino Corazón con los siguientes homenajes espirituales. 

UNO. La Consagración a Mi Sagrado Corazón. 

Conságrate a Mí, reconoce Mi Divina Realeza, ríndeme todos los tributos que como Rey y Soberano del mundo entero Me merezco. Libremente sométete al dulce Imperio de Mi Sagrado Corazón. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón te implica vivir como Yo viví en la tierra: amar y perdonar en extremo. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón te debe llevar a someter tu voluntad a Mi Divina Voluntad, para Yo poder operar en ti; para Yo poder actuar en tu vida de acuerdo a Mi Santo Querer. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón te debe impulsar a una reparación constante de tus pecados, a rendirme toda la adoración y la gloria que como Amo y Señor de tu vida Me merezco. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón te debe llevar a consagrar tu cuerpo, alma y espíritu a Mi Divino Corazón, para que todo tu ser Me pertenezca. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón debe despertar en ti ávidos deseos de santidad, de alcanzar la virtud a toda costa. 

La Consagración te hace apóstol de Mi Sagrado Corazón. Vivirás sólo para Mí, te moverás pensando en Mí. Todos tus actos tendrán su razón de ser, porque el ofrecimiento diario de tus acciones a Mi Divino Corazón, tomarán un nuevo aire. Todo, absolutamente todo lo que Me ofrezcas, lo que Me entregues, lo tomaré para Yo glorificarme en tu vida. 

La Consagración a Mi Sagrado Corazón te ha de llevar a dedicarte libremente a Mi servicio. Serás Mi esclavo; esclavo de Mi Divino Corazón. Una vez hayas terminado los 33 días de formación en la Escuela de Mi Sagrado Corazón, diariamente debes renovar tu Consagración. 

Consagración, que es un pacto de amor firmado con la tinta indeleble de Mi Sangre Preciosa. Pacto de amor, que te debe llevar a vivir en Dios, por Dios y para Dios. 

SEGUNDO. Actos de Reparación. 

Hijo, ante tanto amor que le he dado a las criaturas, tan solo recibo de ellas desprecios e ingratitudes. Mi Corazón es herido cruelmente, atormentado por los pecados de los hombres. 

Mi Corazón es traspasado por lanzas puntiagudas que Me lastiman y Me llevan a una profunda Agonía. Por eso, te pido hacer actos continuos de reparación a Mi Sagrado Corazón, desagraviando las injurias y los ultrajes que recibo de parte de muchos de Mis hijos. Busco víctimas de Mi Divino Corazón que con sus actos de reparación alivien Mi sufrimiento. 

Desde hoy, dame todo el amor que no recibo de los hombres. Desde hoy, proponte hacer de tu vida ofrenda de inmolación y reparación. Un acto de reparación a Mi Sagrado Corazón es óleo bendito que sana Mis Heridas. Es perfume celestial que invade el mundo de una fragancia sobrenatural que eclipsa los sentidos de los hombres. Un acto de reparación a Mi Sagrado Corazón es un gesto de bondad que tienen los hombres Conmigo. Te ha llegado la hora de devolverme, con amor, todo el Amor que te tengo. Por lo tanto, no te detengas, no vaciles en decirme sí. Quiero que seas apóstol de Mi Sagrado Corazón, y Me ayudes a enfervorizar las almas. 

TERCERO. Devoción a los 33 Años de Mi Vida mortal en la tierra. 

Hijo, hónrame, ríndeme todos los tributos que puedes a Mi Sagrado Corazón por Mis 33 años de Vida. Treinta y tres años, en que los latidos de Mi Sagrado Corazón palpitaron de Amor por todos los hombres. Y hoy, estos latidos continúan en la Hostia Consagrada, porque en Ella vivo, en Ella resido. Haz 33 propósitos en tu vida, escríbelos de manera confidencial. Luego ven, y léelos en Mi Presencia Eucarística. Después, deposítalos en un pequeño cofre a los pies de Mi Divino Corazón. Serán 33 pasos de adelanto en tu vida espiritual; serán 33 pasos que te llevarán a encontrarte Conmigo. Reza la siguiente Corona en Mi honor; Corona compuesta por 33 cuentas y cinco glorias para honrar los 33 años de Mi Vida y Mis Sagradas Llagas: Tomando la Cruz en tus manos, rezarás el Magníficat, por los primeros movimientos de Mi Sagrado Corazón; también por la unión de Mi Corazón con el Corazón de Mi Madre; por todas las alabanzas que juntos tributamos en la Santísima Trinidad. En los glorias, dirás el Padre Nuestro para tributar Mis Cinco Llagas. En las 33 cuentas dirás: «¡Oh!, Verdadero Adorador y Único Amador de Dios, ten piedad de nosotros.» Y Mi Divino Corazón se ensanchará de amor por ti; y Mi Divino Corazón arderá de amor por ti, traspasará tu corazón con Mis Rayos de Luz Divina. 
 
CUARTO. Hora Santa. 
 
Como amante de Mi Sagrado Corazón, te pido un sacrificio y desvelo de amor. Velad Conmigo todas las noches del jueves al viernes, de 11 a 12 de la noche, para reparar Mi sufrimiento por el abandono de los apóstoles durante estas horas de amargura de Mi Sagrada Pasión. Ofrece esta Hora Santa para aplacar a Divina Justicia y pedir Misericordia por todos los pecadores. Durante la Hora Santa, permanece en actitud de recogimiento, que tus sentidos estén fijos sólo en Mí. Durante la Hora Santa repara también, porque Mi Divino Corazón es herido, ultrajado y profanado en la Hostia Santa. Contempla los Misterios de Dolor, ofréceme el rezo del Santo Rosario, en reparación por todas las ofensas que recibe Mi Corazón por parte de muchas almas. Una vez, tu espíritu esté inmerso en adoración, contemplación y reparación, de rodillas, pídeme perdón y misericordia, y hazme un homenaje con las siguientes invocaciones: 
 
† Corazón de Jesús, desconocido y despreciado. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, calumniado y perseguido. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, abandonado de los hombres y tentado. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, traicionado y vendido a vil precio.
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, vituperado, acosado y condenado injustamente. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, vestido con traje de oprobio y vergüenza. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, abofeteado y burlado. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, arrastrado con la cuerda al cuello. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, azotado hasta derramar Sangre. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, pospuesto a Barrabás. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, despojado de Tus vestiduras. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, tratado por loco y poseso del demonio. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, coronado de espinas y saludado con mofa. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, cargado con la Cruz, entre las maldiciones del pueblo. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, abrumado de injurias, de dolores y de humillaciones. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, triste hasta la muerte. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, abatido, ultrajado y escarnecido. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, colgado de un infame madero, en compañía de ladrones. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, anonadado, deshonrado entre los hombres. 
—Ten piedad de mí. 
† Corazón de Jesús, agobiado de toda especie de Dolores. 
—Ten piedad de mí. 
 
Hijo, te estaré esperando cada noche del jueves para que consueles Mi Corazón, para que te unas a los Misterios de Mi Sagrada Pasión, y así Yo poder embellecer tu espíritu, hacer más radiante tu alma. Te concederé verdadero arrepentimiento de tus pecados, te mostraré el camino de Mi Divina Voluntad. 

Oraciones finales para todos los días

Consagración diaria al Sagrado Corazón de Jesús

Oh Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, os consagro toda mi vida y todo mi ser; desde el día de mi santo Bautismo, toda mi vida os pertenece. En el corazón Inmaculado de María, os consagro mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. Os consagro mi entendimiento, mi memoria y mi voluntad, también la imaginación, toda alegría, todo sufrimiento, y toda mortificación; en una palabra, todo mi ser; y ya que en María, con María, por María y para María, soy todo vuestro; guardadme protegedme y dadme vuestro Sagrado Corazón, para toda mi vida y toda la eternidad. Amén.

Oración final

¡Oh, Corazón Divino de Jesús, digno de la adoración de los hombres y de los Ángeles! ¡Oh, Corazón inefable y verdaderamente amable! Digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes. Dame la gracia de reparar las injurias e ingratitudes proferidas a tu amante Corazón.

¡Oh, Corazón dulcísimo de Jesús! Yo te adoro con todas las fuerzas de mi corazón; te alabo y te ofrezco las alabanzas de todos los más amantes Serafines de la corte Celestial y todas las que pueda darte el Corazón de tu Santísima Madre. Amén.  

DIA DE LA CONSAGRACION A LA SANTISIMA VIRGEN

Al fin de las tres semanas se confesará y comulgará con la intención de entregarse a Jesucristo en calidad de esclavo de amor, por medio de María, y después de la Comunión recitará la fórmula de consagración, que convendrá escribirla o hacerla escribir, si no está impresa, y firmar el mismo día que la haga.

Bueno será que en ese día se pague algún tributo a Jesucristo y a la Virgen, ya por vía de penitencia de la infidelidad a los votos del bautismo, ya para protestar de la completa dependencia del dominio de Jesús y de María. Este tributo será según la devoción y la capacidad de cada cual, como ayuno, una mortificación, una limosna; aun cuando no se diera más que un alfiler, es bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad. Todos los años, el mismo día se renovará la misma consagración, observando estas prácticas durante tres semanas. 

Método de Consagración de sí mismo a Jesucristo por medio de María

¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! ¡Oh amable y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre Virgen! Os adoro profundamente en el seno y en los esplendores de vuestro Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, vuestra dignísima Madre, en el tiempo de vuestra Encarnación. Os doy las gracias porque os habéis anonadado tomando la forma de un esclavo para sacarme de la cruel esclavitud del demonio. 

Os alabo y glorifico porque os habéis sometido a María, vuestra Santa Madre, en todo, a fin de hacerme por Ella vuestro fiel esclavo. Pero ¡ay! ingrato e infiel como soy, no he cumplido las promesas que tan solemnemente os hice en el Bautismo; no he guardado mis deberes, no he merecido ser llamado vuestro hijo ni vuestro esclavo, y como nada hay en mí que no merezca vuestra repulsa y vuestra cólera, no me atrevo a aproximarme por mí mismo a vuestra Santísima y Augusta Majestad. Por esto he recurrido a la intercesión de vuestra Santísima Madre, que Vos me habéis dado como medianera para con Vos, y por este medio espero obtener de Vos la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la Sabiduría. 

Os saludo, pues, ¡oh María Inmaculada! tabernáculo viviente de la Divinidad, en donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada por los Ángeles y los hombres. Os saludo, ¡oh Reina del cielo y de la tierra!, a cuyo imperio está todo sometido, todo lo que está debajo de Dios. Os saludo, ¡oh refugio seguro de los pecadores! cuya misericordia no falta a nadie; escuchad los deseos que tengo de la divina Sabiduría, y recibid para ello los votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta: Yo, N………………., pecador infiel, renuevo y ratifico en vuestras manos los votos de mi bautismo. 

Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras Él todos los días de mi vida. Y a fin de que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh María!, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y mi Señora. 

Os entrego y consagro en calidad de esclavo mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos un entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad. Recibid, ¡oh Virgen benignísima!, esta pequeña ofrenda de mi esclavitud en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría encarnada quiso observar para con vuestra Maternidad; en homenaje del poder que ambos tenéis sobre este pequeño gusano y miserable pecador; y en acción de gracias por los privilegios con que os dotó la Santísima Trinidad. Protesto que para en adelante quiero, como verdadero esclavo vuestro, procurar vuestra honra y obedeceros en todo. 

¡Oh Madre admirable!, presentadme a vuestro querido hijo en calidad de eterno esclavo, a fin de que como me rescató por Vos, me reciba de vuestras manos. ¡Oh Madre de misericordia!, hacedme la gracia de alcanzarme la verdadera Sabiduría de Dios y de colocarme a este efecto en el número de los que amáis, enseñáis, guiáis, alimentáis y protegéis como hijos y esclavos vuestros. ¡Oh Virgen fiel!, hacedme en todo tan perfecto discípulo, imitador y esclavo de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, vuestro Hijo, que por vuestra intercesión y a ejemplo vuestro, llegue, a imitación vuestra, a la plenitud de la perfección sobre la tierra y de la gloria en los cielos. Así sea. 

El que pueda entender, que entienda (Mt 19,12). 
¿Quién es el sabio que entiende estas cosas? (Sal 106, 43). 

A JESÚS POR MARÍA

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 33

Cuarta Parte
El Conocimiento de Jesucristo 

Actos de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y resolución
Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Jesucristo?

Primero: El Hombre- Dios, su gracia y gloria, después sus derechos en el dominio soberano sobre nosotros; ya que, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como Nuestro Señor.

Segundo: Su vida interior; las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con maría y los misterios de la Anunciación y Encarnación. Durante su infancia y vida oculta en la fiesta de las bodas de Caná y en el Calvario…

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

Oración de San Luis María Grignon de Monfort a Jesucristo

Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento.

¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta ara calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.

¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas.

¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
 
Meditación del Día 33
 
El cuerpo se Cristo y la Sagrada Escritura son muy necesarios al alma fiel

¡Oh dulcísimo Señor Jesús! ¡Cuánta es la dulzura del alma devota, que se regala contigo en el banquete, donde se le presenta otro manjar que a su único amado, apetecible sobre todos los deseos de su corazón!

Sería ciertamente muy dulce para mí derramar en Tu presencia copia de lágrimas afectuosas, y regar con ellas tus pies, como la piadosa Magdalena. Mas, ¿Dónde está ahora esta devoción? ¿ Dónde el copioso derramamiento de lágrimas devotas?

Por cierto, en Tu presencia, y en la de tus santos ángeles, todo mi corazón debiera encenderse y llorar de gozo.

Porque en el Sacramento te tengo verdaderamente presente, aunque encubierto bajo otra especie.

Porque el mirarte en tu propia y divina claridad no podrían mis ojos resistirlo, ni el mundo entero subsistiría ante el resplandor de la gloria de Tu majestad.
Tienes, pues, consideración a mi debilidad cuando te ocultas bajo de este Sacramento.

Es menester practicar estas acciones en María. La Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán, Jesucristo, dejó en él.

En este paraíso tuvo El sus complacencias durante nueve meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificencia de Dios. En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que es Jesucristo, fruto de la vida eterna; el árbol de la ciencia del bien y del mal que ha dado la luz al mundo. Hay en este lugar divino árboles plantados por la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los días dan frutos de un sabor exquisito. Solamente el Espíritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales.

El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también a la Santísima Virgen, la puerta oriental por la cual el gran sacerdote Jesucristo entró en el mundo; por ella entró la primera vez y por ella vendrá la segunda.

Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. No que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a El.

Es necesario emprender y hacer grandes cosas para esta augusta soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios, cuando se le disputan, es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca; llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción.

Es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la eternidad.

Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
 
Puntos 257 - 273

2. PRÁCTICAS PARTICULARES E INTERIORES PARA LOS QUE QUIEREN SER PERFECTOS 

257. Además de las prácticas exteriores de devoción que se acaban de referir, y que no se deben olvidar por negligencia ni menosprecio en cuanto el estado o la condición de cada uno lo permita, he aquí algunas prácticas interiores muy propias para los que el Espíritu Santo llama a una alta perfección, que, en cuatro palabras, se reducen a ejecutar todas las acciones por María, con María, en María y para María, a fin de practicarlas más perfectamente por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús. (Ver Nota del Editor después del núm. 265.) 

1. Obrar por María o conforme al espíritu de María 

258. Es menester ejecutar las acciones por María, es decir, es menester obedecer en todo a la Santísima Virgen y conducirse en todo por su espíritu, que es el espíritu de Dios. Los que son guiados por él, son hijos de Dios (Rm 8, 14). Los que son guiados por el espíritu de María, son hijos de María, y por consiguiente hijos de Dios, y entre tantos devotos de la Santísima Virgen, no hay más verdaderos y fieles devotos que los que se conducen por su espíritu. Porque el espíritu de María es el espíritu de Dios, ya que Ella no se guió jamás por su propio espíritu, sino siempre por el espíritu divino, que de tal modo se hizo dueño de María, que vino a ser su propio espíritu. Por esto San Ambrosio dijo: El alma de María esté en cada uno de nosotros para glorificar al Señor, y el espíritu de María para regocijarnos en Dios. ¡Qué dichosa es un alma, cuando a ejemplo de un hermano jesuita llamado Rodríguez (hoy San Alonso Rodríguez), muerto en olor de santidad, está del todo poseída y gobernada por el espíritu de María, que es un espíritu suave y fuerte, celoso y prudente, humilde e intrépido, puro y fecundo! 

259. Para que un alma se deje conducir por este espíritu de María, es menester: 

1º. Renunciar a su propio espíritu, a sus propias luces y a su voluntad antes de hacer alguna cosa: por ejemplo, antes de hacer la oración, de decir u oír la Santa Misa, de comulgar, etc., pues las tinieblas de nuestro propio espíritu y la malicia de nuestra propia voluntad y operación, si las seguimos, aun cuando nos parezcan buenas, pondrían obstáculos al santo espíritu de María. 

2º. Es necesario entregarse al espíritu de María para ser por él movidos y conducidos de la manera que Ella quiera. Es necesario ponerse y dejarse en sus manos virginales, como un instrumento en las manos de un trabajador, como un laúd en las manos de diestro tañedor. En necesario perderse y abandonarse en Ella, como una piedra que se arroja al mar; y esto se hace sencillamente y en un instante, por una sola ojeada del espíritu, un ligero movimiento de la voluntad o por medio de palabras, diciendo, por ejemplo: Me renuncio a mí mismo y me doy a Vos querida Madre mía. Y aunque no se experimente ninguna dulzura sensible en este acto de unión, no por eso deja de ser verdadero: lo mismo que si, Dios no permita, dijéramos con toda sinceridad: Me doy al diablo, aunque lo dijéramos sin ningún cambio sensible, no perteneceríamos con menos verdad al demonio. 

3º. Se debe, de cuando en cuando, durante la obra y después de ella, renovar el mismo acto de ofrecimiento y de unión, y cuanto más así lo hagamos, más pronto nos santificaremos, antes llegaremos a la unión con Jesucristo, unión que siempre sigue necesariamente a la unión con María, siendo así que el espíritu de María es el espíritu de Jesús. 

2. Obrar con María o a imitación de María 

260. Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos cómo María la ha hecho o la haría si estuviese en nuestro lugar. 

Para esto debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su vida, particularmente: 

1º. su fe viva, por la cual creyó sin titubear la palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz; 2º. su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse siempre la última; 3º. su pureza toda divina, que no ha tenido ni tendrá jamás igual bajo el cielo, y, en fin, todas sus demás virtudes. Acordémonos, diré una vez más, que María es el grande y único molde de Dios (núm. 219), propio para hacer imágenes vivas de Dios, con pocos gastos y en poco tiempo; y que el alma que ha hallado este molde y se pierde en él, muy pronto se transforma en Jesucristo, a quien este molde representa al natural. 

3. Obrar en María o en íntima unión con Ella 

261. Es menester practicar estas acciones en María. Para comprender bien esta práctica, es menester saber: 

1º. que la Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán, Jesucristo, dejó en él. En este paraíso tuvo Él sus complacencias durante nueve meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificencia de Dios. Este santísimo lugar no está compuesto sino de tierra virgen e inmaculada, de que fue formado el nuevo Adán por la operación del Espíritu Santo que habita en él. 

En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que es Jesucristo, fruto de la vida eterna; el árbol de la ciencia del bien y del mal que ha dado la salud al mundo. Hay en este lugar divino árboles plantados por la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los días dan frutos de un sabor exquisito; hay jardines esmaltados de hermosas y diferentes flores de virtudes, cuyo olor embalsama el cielo. 

Hay praderas verdes de esperanza, torres inexpugnables de fortaleza, moradas encantadoras de confianza. Solamente el Espíritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales. Hay aire de perfecta pureza, hermoso sol sin sombra, bello día sin noche; un horno ardiente y continuo de caridad, en que todo hierro que en él se pone se funde y cambia en oro; hay un río de humildad que sale de la tierra, y que, dividiéndose en cuatro brazos, riega todo este sitio encantador: estas son las cuatro virtudes cardinales. 

262. 2º. El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama a la Santísima Virgen: 1º. la puerta oriental por la cual el gran sacerdote Jesucristo entró en el mundo; por ella entró la primera vez y por ella vendrá la segunda. 2º. es menester también saber que la Santísima Virgen es el santuario de la Divinidad, el reclinatorio de la Santísima Trinidad, el trono de Dios, la ciudad de Dios, el altar de Dios, el templo de Dios, el mundo de Dios. Todos estos diferentes epítetos y alabanzas son muy verdaderos por su relación con las diferentes maravillas que el Altísimo ha obrado en María. ¡Oh, qué riquezas! ¡Oh, qué gloria! ¡Oh, qué placer! ¡Oh, qué dicha poder entrar y permanecer en María, en la que el Altísimo puso el trono de su gloria suprema! 

263. Pero cuán difícil es a pecadores como nosotros tener el permiso, la capacidad y la luz para entrar en un lugar tan alto y tan santo, que está guardado, no por un querubín, como el antiguo paraíso terrestre, sino por el mismo Espíritu Santo, que se hizo dueño absoluto de él, y que lo ha llamado Huerto cerrado (Ct 4,12). María está cerrada; María está sellada; los desgraciados hijos de Adán y Eva, echados del paraíso terrestre, no pueden entrar en este paraíso sino por una gracia particular del Espíritu Santo de que deben hacerse merecedores. 

264. Después que se ha alcanzado por la fidelidad esta insigne gracia, es menester permanecer en el Corazón de María con complacencia, reposar en él en paz, apoyarse en él con confianza, esconderse en él para seguridad, y darse a él sin reserva, a fin de que en este virginal seno el alma sea bien alimentada con la leche de su gracia y de su misericordia maternal; se despoje de las turbaciones, temores y escrúpulos y se ponga en seguridad contra todos sus enemigos: el mundo, el demonio y el pecado que jamás han estado allí: por esto dice, que los que obran con ella no pecarán: Los que están conmigo no pecarán; es decir, aquellos que están en espíritu con la Santísima Virgen no pecarán: finalmente, para que ella se forme en Jesucristo y a Jesucristo en ella; porque su seno es, como dicen los Santos Padres, la Sala de los Sacramentos divinos en donde se han formado Jesucristo y todos los elegidos: El Hombre y el hombre en ella nacieron. 

4. Obrar para María o al servicio de María 

265. Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. Porque como estamos dedicados a su servicio, es justo que todo lo hagamos para Ella como un criado, un siervo o un esclavo; no que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a Él. Así como un buen siervo y esclavo, es necesario no pertenecer ociosos, sino emprender y hacer grandes cosas para esta augusta Soberana, apoyados en su protección. 

Es necesario defender sus privilegios, cuando se los disputan; es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca; llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción; hablar y escribir contra los que abusan de su devoción para ultrajar a su Hijo, y al propio tiempo establecer esta verdadera devoción; es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la eternidad. 

PRÁCTICA DE ESTA DEVOCIÓN EN LA SAGRADA COMUNIÓN 

1. ANTES DE LA COMUNIÓN 

266. 1º. Os humillaréis profundamente ante Dios; 2º. renunciaréis a vuestras disposiciones por buenas que vuestro amor propio os las haga ver; 3º. repetiréis vuestra consagración, diciendo: Soy todo vuestro, mi amada Señora, con todo lo que tengo; 4º. suplicaréis a esta buena Madre que os preste su corazón para recibir en él a su Hijo con sus mismas disposiciones. 

Le representaréis que conviene a la gloria de su Hijo no ser colocado en un corazón tan manchado e inconstante como el vuestro, y que no por eso se perderá ni menoscabará su gloria, sino que si Ella quiere venir a habitar en nosotros para recibir a su Hijo, lo puede por el dominio que tiene sobre los corazones, y que su Hijo será por Ella bien recibido, sin mancha y sin peligro de ser ultrajado ni perdido. Dios está en medio de Ella, y no será conmovida. (Sal 46, 6). 

Le diréis con la mayor confianza que todos los bienes que le habéis dado son poca cosa para honrarla, pero que por la santa Comunión queréis hacerle el mismo presente que el Padre Eterno le ha hecho, y con el cual será más honrada que si le dieseis todos los bienes del mundo. Y que, en fin, Jesús, que la ama sobre todo, de-sea aún tener en Ella sus complacencias y su reposo, aunque sea en vuestra alma, más miserable y más pobre que el establo adonde Jesús no halló inconveniente en ir porque allí estaba Ella. Le pediréis su Corazón con estas tiernas palabras: Yo os recibo por mi todo: dadme vuestro corazón, oh María (Jn 19, 27; Pr 4, 10). 

2. EN LA COMUNIÓN 

267. Poco antes de recibir a Jesucristo y después del Padre nuestro, diréis tres veces: Señor, yo no soy digno. La primera vez, al Padre Eterno, que no sois digno por vuestros malos pensamientos e ingratitudes para con un Padre tan bueno, de recibir a su Hijo único, pero que vea a María su esclava, Ecce ancilla Domini (He aquí la esclava del Señor), que ruega en vos y para vos y que os da una confianza singular para con su Majestad: Porque sólo tú, Señor, has asegurado mi esperanza (Sal 4, 10). 

268. Diréis al Hijo: Señor, yo no soy digno; que no sois digno de recibirle por vuestras inútiles y malas palabras, y por vuestra infidelidad a su servicio, pero que, no obstante, le suplicáis que tenga piedad de vos, que le introduciréis en la morada de su propia Madre y vuestra, y que no le dejaréis ir hasta que venga a habitar en ella: Le cogí y no lo soltaré, en tanto no lo introduzca en casa de mi madre, en la habitación de quien me dio a luz (Ct 3, 4). Suplicadle que se levante y venga al lugar de su reposo y al arca de la santificación (Sal 131, 8). 

Decidle que de ningún modo ponéis vuestra confianza en vuestros méritos, fuerzas y preparación, como Esaú, sino en los de María, tu querida Madre, como el humilde Jacob en los cuidados de Rebeca; que, por muy pecador y Esaú que seas, te atreves a acercarte a su santidad, apoyado y adornado de las virtudes de su Santísima Madre. 

269. Diréis al Espíritu Santo: Señor, yo no soy digno; que no sois digno de recibir al modelo perfecto de la caridad a causa de la tibieza e iniquidad de vuestras acciones y de vuestras resistencias a sus inspiraciones, pero que toda vuestra confianza está en María, su fiel Esposa, y le diréis con San Bernardo: Esta es mi mayor confianza; ésta es toda la razón de mi esperanza. Puedes rogarle también que venga a María su Esposa indisoluble; que su seno está tan puro y su corazón abrasado como nunca; y que si Él no desciende a tu alma, ni Jesús ni María se formarán en ella, ni serán dignamente hospedados. 

3. DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN 

270. Después de la Sagrada Comunión, recogiéndoos interiormente, introduciréis a Jesucristo en el Corazón de María. Le daréis a su Madre, que le recibirá amorosamente, le colocará honrosamente, le adorará profundamente, le amará perfectamente, le abrazará estrechamente, y le hará, en espíritu y en verdad, muchísimos oficios que, en nuestras espesas tinieblas, nos son desconocidos. 

271. O bien, estaréis profundamente humillados en vuestro corazón, en presencia de Jesús que reside en María; o permaneceréis como un esclavo a la puerta del palacio del Rey, donde está hablando con la Reina, y mientras se hablan mutuamente sin necesidad de vos, iréis en espíritu al cielo y por la tierra a rogar a las criaturas que agradezcan, adoren y amen a Jesús en María en vuestro nombre: Venid, adoremos; venid (Sal 94, 6). 

272. O bien, pediréis a Jesús, en unión de María, el advenimiento de su reino sobre la tierra por su Santísima Madre, o la divina Sabiduría, o el amor divino, o el perdón de vuestros pecados, o cualquier otra gracia, pero siempre por María y en María, diciendo, mientras fijas los ojos en tu miseria: Señor, no miréis a mis pecados. Pero vean vuestros ojos en mí las virtudes y méritos de María. Y recordando vuestros pecados, añadiréis: Soy yo el que ha cometido estos pecados. O también: Del hombre injusto y engañador, que soy yo, líbrame, Señor (Sal 42, 1). O bien: Jesús mío, es menester que Vos crezcáis en mi alma, y que yo decrezca; María, mi buena Madre, es menester que Vos crezcáis en mí y que yo disminuya más que nunca (Hb 10, 38). 273. El Espíritu Santo inspira y os inspirará otra infinidad de pensamientos, si sois interior, mortificado y fiel a esta grande y sublime devoción que acabo de enseñaros. Pero acordaos siempre que cuanto más dejéis a María obrar en vuestra Comunión, tanto más será glorificado Jesús; y dejaréis obrar más a María para Jesús, y a Jesús en María, cuanto más profundamente os humilléis, y con cuanta mayor paz 44 y silencio le escuchéis, sin inquietaros por ver, gustar ni sentir; porque el justo vive en todo de la fe, y particularmente en la santa Comunión, que es un acto de fe: Mi justo vivirá de la fe (Jn 3, 30).

¡GLORIA A JESÚS EN MARÍA! 
¡GLORIA A MARÍA EN JESÚS! 
¡GLORIA A SÓLO DIOS!

Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
 
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 27º. AL 31º. INCLUSIVE

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Trinidad Santa, un solo Dios, 

A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas. 
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. 
Espíritu que das testimonio de Cristo. 
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María. 
Espíritu del Señor que llena todo el orbe. 
Espíritu de Dios que habita en nosotros. 
Espíritu de sabiduría y de entendimiento. 
Espíritu de consejo y de fortaleza. 
Espíritu de ciencia y de piedad. 
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia. 
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad 
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz. 
Espíritu de humildad y de castidad. 
Espíritu de benignidad y de mansedumbre. 
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios. 
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.  
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.  
Espíritu en el cual renacemos. 
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones. 
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste. 
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos. 
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres. 

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.

A cada invocación responder: líbranos, Señor

De todo mal, 
De todo pecado. 
De tentaciones e insidias del demonio. 
De la presunción y desesperación. 
De la resistencia a la verdad conocida 
De la obstinación y de la impenitencia. 
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal. 
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.

A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.

Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. 
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
Para que no creamos a todo espíritu. 
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. 
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.

LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS 

Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Cristo, ten piedad de nosotros. (bis) 
Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

Dios, Padre celestial,             ten piedad de nosotros. 
Dios, Hijo, Redentor del mundo, íd. 
Dios, Espíritu Santo, íd. 
Dios santo, trino y uno, íd. 

Jesús hijo de Dios vivo, íd. 
Jesús, resplandor del Padre, íd. 
Jesús, candor de la luz eterna, íd. 
Jesús, rey de la gloria, íd. 
Jesús, sol de justicia, íd. 
Jesús, Hijo de la Virgen María, íd. 
Jesús, amable, íd. 
Jesús, admirable, íd. 
Jesús, Dios fuerte, íd. 
Jesús, Padre del siglo futuro, íd. 
Jesús, ángel del gran consejo, íd. 
Jesús, poderosísimo, íd. 
Jesús, obedientísimo, íd. 
Jesús, manso y humilde de corazón, íd. 
Jesús, amador de la castidad, íd. 
Jesús, amador nuestro, íd. 
Jesús, Dios de paz, íd. 
Jesús, autor de la vida, íd. 
Jesús, modelo de virtudes, íd. 
Jesús, celador de las almas, íd. 
Jesús, Dios nuestro, íd. 
Jesús, refugio nuestro, íd. 
Jesús, padre de los pobres, íd. 
Jesús, tesoro de los fieles, íd. 
Jesús, buen pastor, íd. 
Jesús, luz verdadera, íd. 
Jesús, sabiduría eterna, íd. 
Jesús, bondad infinita, íd. 
Jesús, camino y vida nuestra, íd. 
Jesús, gozo de los ángeles, íd. 
Jesús, rey de los patriarcas, íd. 
Jesús, maestro de los apóstoles, íd. 
Jesús, doctor de los evangelistas, íd. 
Jesús, fortaleza de los mártires, íd. 
Jesús, luz de los confesores, íd. 
Jesús, pureza de las vírgenes, íd. 
Jesús, corona de todos los santos, íd. 

Sednos propicio, perdónanos, Jesús. 
Sednos propicio, escúchanos, Jesús.

De todo mal, líbranos, Jesús. 
De todo pecado, íd. 
De tu ira, íd. 
De los lazos del demonio, íd. 
Del espíritu de fornicación, íd. 
De la muerte eterna, íd. 
Del desprecio de tus inspiraciones, íd. 
Por el misterio de tu santa encarnación, íd. 
Por tu nacimiento, íd. 
Por tu infancia, íd. 
Por tu vida divina, íd. 
Por tus trabajos, íd. 
Por tu pasión y gloria, íd. 
Por tu cruz y desamparo, íd. 
Por tus angustias, íd. 
Por tu muerte y sepultura, íd. 
Por tu resurrección, íd. 
Por tu ascensión, íd. 
Por tus gozos, íd. 
Por tu gloria, íd. 

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros. 

Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

V. Bendito sea el nombre del Señor. 
R. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. 

ORACIÓN 

Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. 
Dios Espíritu Santo. 
Trinidad Santa un solo Dios. 

A cada invocación responder: Ruega por nosotros

Santa María. 
Santa Madre de Dios. 
Santa Virgen de las vírgenes. 
Madre de Cristo. 
Madre de la Iglesia. 
Madre de la divina gracia. 
Madre purísima. 
Madre castísima. 
Madre inviolada. 
Madre virgen. 
Madre inmaculada.
Madre amable. 
Madre admirable. 
Madre del buen consejo. 
Madre del Creador. 
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima. 
Virgen digna de veneración. 
Virgen digna de alabanza. 
Virgen poderosa. 
Virgen clemente.
Virgen fiel. 
Esclava del Señor. 
Espejo de justicia. 
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría. 
Vaso espiritual. 
Vaso honorable. 
Vaso insigne de devoción. 
Rosa mística. 
Torre de David. 
Torre de marfil. 
Casa de oro. 
Arca de la alianza. 
Puerta del cielo. 
Estrella de la mañana. 
Salud de los enfermos. 
Refugio de los pecadores. 
Consoladora de los afligidos. 
Auxilio de los cristianos. 
Reina de los ángeles. 
Reina de los patriarcas. 
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles. 
Reina de los mártires. 
Reina de los confesores. 
Reina de las vírgenes. 
Reina de todos los santos. 
Reina concebida sin mancha original. 
Reina asunta a los cielos. 
Reina del Santísimo Rosario. 
Reina de la familia. 
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN DE MONTFORT A JESUCRISTO 

Dejadme, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaras mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. 

¡Ay, Señor! tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. 

¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos. 

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén. 

Oh, Jesús, que vives en María 

Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, dan os tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 32

Cuarta Parte

El Conocimiento de Jesucristo 

Actos de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y resolución
Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Jesucristo?

Primero: El Hombre- Dios, su gracia y gloria, después sus derechos en el dominio soberano sobre nosotros; ya que, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como Nuestro Señor.

Segundo: Su vida interior; las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con maría y los misterios de la Anunciación y Encarnación. Durante su infancia y vida oculta en la fiesta de las bodas de Caná y en el Calvario…

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

Oración de San Luis María Grignon de Monfort a Jesucristo

Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento.

¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta ara calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.

¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas.

¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
 
Meditación del Día 32
 
Del amor de Jesús sobre todas las cosas

Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús.

Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin.

Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a otro, mas El solo quiere tener tu corazón, y como rey sentarse en su propia silla.

Si tú supieras bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo.

He aquí algunas prácticas interiores muy propias para los que el Espíritu Santo llama a una alta perfección, que, en cuatro palabras, se reducen a ejecutar todas las acciones por María, con María, en María y para María, a fin de practicarlas más perfectamente por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

Es menester ejecutar las acciones por María, es decir, es menester obedecer en todo a la Santísima Virgen y conducirse en todo por su espíritu, que es el espíritu de Dios. Los que son guiados por El, son hijos de Dios. Los que son guiados por el espíritu de María, son hijos de María, y por consiguiente hijos de Dios, y entre tantos devotos de la Santísima Virgen, no hay más verdaderos y fieles devotos que los que se conducen por su espíritu. Porque el espíritu de María es el espíritu de Dios, ya que Ella no se guió jamás por su propio espíritu.

Qué dichosa es un alma cuando está del todo poseída y gobernada por el espíritu de María, que es un espíritu suave y fuerte, celoso y prudente, humilde e intrépido, puro y fecundo.

Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos cómo María la ha hecho o la haría si estuviera en nuestro lugar.

Para esto debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su vida, particularmente: primero su fe viva, por la cual creyó sin titubear la palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz; segundo, su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse siempre la última.

Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
 
Puntos 243 - 256

4. Celebración del misterio de la Encarnación 

243. Cuarta práctica. Profesarán devoción singular al gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo, que es el misterio propio de esta devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo: 

1º. Para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo ha querido tener respecto de María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación, la cual dependencia se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas. 

2º. Para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio. Tales son los dos principales fines de la esclavitud de Jesús en María. 

244. Advertid que ordinariamente digo: el esclavo de Jesús en María, la esclavitud de María en Jesús. Puedes decir, en verdad, como muchos lo han hecho, el esclavo de María, la esclavitud de la Santísima Virgen, pero creo mejor que se diga: el esclavo de Jesús en María, como lo aconsejaba M. Tronson, superior general del Seminario de San Sulpicio, varón notable por su rara prudencia y su piedad consumada. He aquí las razones: 

245. 1ª. Como vivimos en un siglo orgulloso, en que hay un gran número de sabios hinchados, espíritus fuertes y críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin necesidad, decir la esclavitud de Jesús en María, y llamarse el esclavo de Jesucristo, que es esclavo de María, tomando la denominación de esta devoción más bien de su fin último, que es Jesucristo, que del camino y medio para llegar a este fin, que es María, por más que una y otra se pueden, a la verdad, usar sin escrúpulo, como yo lo hago; así como un hombre que va de Orleans a Tours por el camino de Amboise, puede muy bien decir que va a Amboise y que va a Tours; con la diferencia, sin embargo, de que Amboise no es otra cosa que el camino recto para ir a Tours y que Tours sólo es su último fin y el término de su viaje. 

246. 2ª. Como el principal misterio que en esta devoción se celebra y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en María y encarnado en su seno, es más a propósito decir la esclavitud de Jesús en María, de Jesús que mora y reina en María, según aquella hermosa plegaria de tan grandes almas: Oh Jesús que vivís en María, venid y vivid en nosotros en vuestro espíritu de santidad, etc. 

247. 3ª. Este modo de hablar muestra más la unión que hay entre Jesús y María, que están tan estrechamente unidos, que el uno está todo en el otro: Jesús está todo en María, y María toda en Jesús, o más bien, María no es, sino que Jesús es sólo y todo en María, y más fácil sería separar la luz del sol que a María de Jesús; de modo que a Nuestro Señor se le puede llamar Jesús de María, y a la Santísima Virgen, María de Jesús. 

248. Como el tiempo no me permite detenerme aquí para explicar las excelencias y las grandezas del misterio de Jesús viviendo y reinando en María, o de la Encarnación del Verbo, me contentaré con decir en pocas palabras que éste es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más excelso y el menos conocido; que en este misterio es donde Jesús, de acuerdo con María, en el seno de Esta, que por lo mismo ha sido llamado por los santos la sala de los secretos de Dios, ha escogido a todos los elegidos; que en este misterio es donde Él ha obrado todos los misterios que han sucedido a Éste en su vida, por la aceptación que de ellos hizo: Jesús al entrar en el mundo, dice: He aquí que vengo, oh Dios, para cumplir tu voluntad (Hb 10, 5-9); y, por con siguiente, que este misterio es un resumen de todos los misterios, que contiene la voluntad y la gracia de todos; en fin, que este misterio es el trono de la misericordia, de la liberalidad y de la gloria de Dios. El trono de su misericordia para nosotros, porque, como no podemos acercarnos a Jesús si no es por María, Jesús, que atiende siempre a su querida Madre, concede allí siempre su gracia y su misericordia a los pobres pecadores. Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia (Hb 4, 16). Es el trono de la liberalidad para con María, porque mientras este nuevo Adán permanece en este verdadero paraíso terrenal, obra en él ocultamente tantas maravillas, que ni los hombres ni los ángeles alcanzan a comprenderlas; por eso los Santos llaman a María la magnificencia de Dios, como si Dios sólo fuera magnífico en María. Es el trono de la gloria para su Padre, porque en María Jesucristo aplacó perfectamente a su Padre irritado contra los hombres; en Ella reparó perfectamente la gloria que el pecado le había arrebatado, y por el sacrificio que en Ella hizo de su voluntad y de sí mismo, le dio más gloria, que jamás le habían dado todos los sacrificios de la Ley antigua, y, finalmente, en ella le dio una gloria infinita, que jamás había recibido del hombre. 

5. Recitación del Avemaría y del Rosario 

249. Quinta práctica. Se dirá con gran devoción el Ave María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aun los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles tan gran mérito, como a Santo Domingo, San Juan de Capistrano o al Beato Alano de Rupe, los cuales han compuesto libros enteros de las maravillas y de la eficacia de esta oración, y han predicado públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Ave María, la de cada uno en particular está unida a esa divina oración; que el Ave María es la que ha hecho venir sobre esta tierra seca y estéril el fruto de la vida, y que esta misma oración bien dicha es la que debe hacer germinar en nuestras almas la palabra de Dios y llevar el fruto de vida, Jesucristo; que el Ave María es un rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerla producir su fruto a su tiempo, y que un alma que no está regada por esta oración no da fruto ni produce sino abrojos y espinas, y está próxima a ser maldecida. 

250. He aquí lo que la Santísima Virgen reveló al Beato Alano, como lo consigna él en su libro De dignitate Rosarii y luego en Cartagena: Sepas, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que una señal próxima y probable de condenación eterna es tener aversión, flojedad, negligencia, en decir la salutación angélica. Ved cuán consoladoras y terribles son estas palabras, que no podrían creerse si por garantía de ellas no tuviésemos a este varón tan santo, y antes de él a Santo Domingo, y después a otros insignes varones, además de lo que nos dice la experiencia de muchos siglos, a saber: que siempre se ha notado que los que llevan la señal de la reprobación, cuales son los herejes, los impíos, los orgullosos y los mundanos, aborrecen y desprecian el Ave María y el Rosario. 

Los herejes enseñan y aun recitan el Padre nuestro, pero no el Ave María ni el Rosario, al que tienen tal horror, que mejor llevarían sobre sí una serpiente, que un rosario; asimismo los orgullosos, aunque sean católicos, porque tienen las mismas inclinaciones que su padre Lucifer, no tienen sino menosprecio o indiferencia para con el Ave María, y consideran al Rosario como una devoción de mujercillas, que es buena solamente para los ignorantes y para los que no saben leer. Al contrario, se ha visto por experiencia que los que tienen grandes señales de predestinación aman y recitan con gozo el Ave María, y que cuanto más son de Dios, más aman esta oración. Esto mismo dijo la Santísima Virgen al bienaventurado Alano, a continuación de las palabras antes citadas. 

251. Y no sé cómo sucede esto y por qué, pero no por eso es menos cierto; no tengo mejor secreto para conocer si una persona es de Dios, que el examinar si le gusta rezar el Ave María y el Rosario. Y digo si le gusta, por cuanto puede suceder que una persona esté en incapacidad natural y aun sobrenatural de recitarlo, pero lo ama siempre y lo inspira a otros. 

252. Almas predestinadas, esclavas de Jesús y de María, sabed que el Ave María es la más bella de todas las oraciones después del Padre nuestro; es el mejor parabién que podéis dar a María, porque es la salutación que el Altísimo le hizo por medio de un arcángel para ganar su corazón; y fue tan poderosa en Ella por los secretos encantos de que está llena, que María dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo, a pesar de su profunda humildad. Por esta salutación ganaréis, pues, infaliblemente su corazón, si la decís como es menester. 

253. El Ave María bien dicha, esto es, con atención, devoción y modestia, es, según los santos, el enemigo del demonio, y el que le pone en huida, y el martillo que le aplasta; es la santificación del alma, el gozo de los Ángeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad. El Ave María es un rocío celestial que fecundiza al alma, es un ósculo casto y amoroso que se da a María, es una rosa encarnada que se le presenta, es una perla preciosa que se le ofrece, es una copa de ambrosía y de néctar divino que se le da. Todas estas comparaciones están tomadas de los Santos Doctores. 

254. Os suplico, pues, con empeño, por el amor que os tengo en Jesús y en María, que no os contentéis con rezar la Coronilla de la Santísima Virgen (234-235), sino también la Corona (de 5 Misterios), y aún el Rosario (de 15 [20] misterios) si tenéis tiempo todos los días, y bendeciréis a la hora de vuestra muerte el día y la hora en que me habéis creído, y después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de María, cosecharéis las bendiciones eternas en el cielo. 

6. Recitación del “Magnificat” 

255. Secta práctica. Para agradecer a Dios las que ha hecho a la Santísima Virgen, se dirá muchas veces el Magnificat, a imitación de la bienaventurada María de Oignies y de otros muchos Santos. Es la única oración, la única obra que la Santísima Virgen ha compuesto, o más bien, que Jesús compuso por Ella, por cuanto hablaba por su boca; es el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido de una pura criatura en la ley de gracia; es, por una parte, el más humilde y más reconocido, y por otra, el más sublime y más elevado de todos los cánticos; encierra misterios tan grandes y tan escondidos, que los Ángeles los ignoran. Gerson, doctor tan piadoso como sabio, después de haber empleado una gran parte de su vida en componer tratados llenos de erudición y de piedad sobre las materias más difíciles, emprendió, temblando, hacia el fin de su vida, la explicación del Magnificat, a fin de coronar todas sus obras. Refiere en un volumen infolio que sobre él compuso muchas cosas admirables acerca de este hermoso y divino cántico. 

Entre otras, dice que la misma Santísima Virgen lo recitaba frecuentemente, y en particular después de la Sagrada Comunión, por vía de acción de gracias. El sabio Benzonio refiere, explicando el Magnificat, muchos milagros obrados por su virtud, y dice que los demonios tiemblan y huyen cuando oyen estas palabras: Presionó con su brazo, dispersó a los soberbios con el ímpetu de su corazón (Lc 1, 51). 

7. Menosprecio del mundo 

256. Séptima práctica. Los siervos fieles de María deben despreciar, aborrecer y huir mucho del mundo corrompido, y servirse de las prácticas de desprecio del mundo que hemos consignado en la primera parte.

Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
 
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 27º. AL 31º. INCLUSIVE

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Trinidad Santa, un solo Dios, 

A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas. 
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. 
Espíritu que das testimonio de Cristo. 
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María. 
Espíritu del Señor que llena todo el orbe. 
Espíritu de Dios que habita en nosotros. 
Espíritu de sabiduría y de entendimiento. 
Espíritu de consejo y de fortaleza. 
Espíritu de ciencia y de piedad. 
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia. 
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad 
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz. 
Espíritu de humildad y de castidad. 
Espíritu de benignidad y de mansedumbre. 
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios. 
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.  
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.  
Espíritu en el cual renacemos. 
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones. 
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste. 
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos. 
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres. 

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.

A cada invocación responder: líbranos, Señor

De todo mal, 
De todo pecado. 
De tentaciones e insidias del demonio. 
De la presunción y desesperación. 
De la resistencia a la verdad conocida 
De la obstinación y de la impenitencia. 
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal. 
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.

A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.

Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. 
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
Para que no creamos a todo espíritu. 
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. 
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.

LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS 

Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Cristo, ten piedad de nosotros. (bis) 
Señor, ten piedad de nosotros. (bis) 
Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

Dios, Padre celestial,             ten piedad de nosotros. 
Dios, Hijo, Redentor del mundo, íd. 
Dios, Espíritu Santo, íd. 
Dios santo, trino y uno, íd. 

Jesús hijo de Dios vivo, íd. 
Jesús, resplandor del Padre, íd. 
Jesús, candor de la luz eterna, íd. 
Jesús, rey de la gloria, íd. 
Jesús, sol de justicia, íd. 
Jesús, Hijo de la Virgen María, íd. 
Jesús, amable, íd. 
Jesús, admirable, íd. 
Jesús, Dios fuerte, íd. 
Jesús, Padre del siglo futuro, íd. 
Jesús, ángel del gran consejo, íd. 
Jesús, poderosísimo, íd. 
Jesús, obedientísimo, íd. 
Jesús, manso y humilde de corazón, íd. 
Jesús, amador de la castidad, íd. 
Jesús, amador nuestro, íd. 
Jesús, Dios de paz, íd. 
Jesús, autor de la vida, íd. 
Jesús, modelo de virtudes, íd. 
Jesús, celador de las almas, íd. 
Jesús, Dios nuestro, íd. 
Jesús, refugio nuestro, íd. 
Jesús, padre de los pobres, íd. 
Jesús, tesoro de los fieles, íd. 
Jesús, buen pastor, íd. 
Jesús, luz verdadera, íd. 
Jesús, sabiduría eterna, íd. 
Jesús, bondad infinita, íd. 
Jesús, camino y vida nuestra, íd. 
Jesús, gozo de los ángeles, íd. 
Jesús, rey de los patriarcas, íd. 
Jesús, maestro de los apóstoles, íd. 
Jesús, doctor de los evangelistas, íd. 
Jesús, fortaleza de los mártires, íd. 
Jesús, luz de los confesores, íd. 
Jesús, pureza de las vírgenes, íd. 
Jesús, corona de todos los santos, íd. 

Sednos propicio, perdónanos, Jesús. 
Sednos propicio, escúchanos, Jesús.

De todo mal, líbranos, Jesús. 
De todo pecado, íd. 
De tu ira, íd. 
De los lazos del demonio, íd. 
Del espíritu de fornicación, íd. 
De la muerte eterna, íd. 
Del desprecio de tus inspiraciones, íd. 
Por el misterio de tu santa encarnación, íd. 
Por tu nacimiento, íd. 
Por tu infancia, íd. 
Por tu vida divina, íd. 
Por tus trabajos, íd. 
Por tu pasión y gloria, íd. 
Por tu cruz y desamparo, íd. 
Por tus angustias, íd. 
Por tu muerte y sepultura, íd. 
Por tu resurrección, íd. 
Por tu ascensión, íd. 
Por tus gozos, íd. 
Por tu gloria, íd. 

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos. 
Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros. 

Jesús, óyenos. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Jesús, escúchanos. 

V. Bendito sea el nombre del Señor. 
R. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. 

ORACIÓN 

Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. 
Dios Espíritu Santo. 
Trinidad Santa un solo Dios. 

A cada invocación responder: Ruega por nosotros

Santa María. 
Santa Madre de Dios. 
Santa Virgen de las vírgenes. 
Madre de Cristo. 
Madre de la Iglesia. 
Madre de la divina gracia. 
Madre purísima. 
Madre castísima. 
Madre inviolada. 
Madre virgen. 
Madre inmaculada.
Madre amable. 
Madre admirable. 
Madre del buen consejo. 
Madre del Creador. 
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima. 
Virgen digna de veneración. 
Virgen digna de alabanza. 
Virgen poderosa. 
Virgen clemente.
Virgen fiel. 
Esclava del Señor. 
Espejo de justicia. 
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría. 
Vaso espiritual. 
Vaso honorable. 
Vaso insigne de devoción. 
Rosa mística. 
Torre de David. 
Torre de marfil. 
Casa de oro. 
Arca de la alianza. 
Puerta del cielo. 
Estrella de la mañana. 
Salud de los enfermos. 
Refugio de los pecadores. 
Consoladora de los afligidos. 
Auxilio de los cristianos. 
Reina de los ángeles. 
Reina de los patriarcas. 
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles. 
Reina de los mártires. 
Reina de los confesores. 
Reina de las vírgenes. 
Reina de todos los santos. 
Reina concebida sin mancha original. 
Reina asunta a los cielos. 
Reina del Santísimo Rosario. 
Reina de la familia. 
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN DE MONTFORT A JESUCRISTO 

Dejadme, amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaras mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. 

¡Ay, Señor! tan miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. 

¡Oh, qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos. 

¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén. 

Oh, Jesús, que vives en María 

Ven, ¡Oh Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, dan os tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.

RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN