sábado, 12 de abril de 2025

Preparación para la Consagración Total a la Santísima Virgen - Dia 25

Tercera Parte
El conocimiento de María
 
Los actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: <> como dice san Luis María Grignion de Montfort, las diez virtudes principales de la santísima Virgen. 
 
Tenemos que unirnos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción; por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora.Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de Jesucristo y su unión con El.
 
Meditación del Día 25
 
Efectos maravillosos de esta devoción

Persuadíos de que si sois fieles a las prácticas interiores y exteriores de esta devoción, que os voy a marcar a continuación, tendrán lugar los efectos siguientes:

Efecto 1º. El Espíritu Santo os dará por María, su amada Esposa, luz para conocer lo malo de vuestro fondo, vuestra corrupción y vuestra incapacidad para todo bien, si Dios no es su principio, como autor de la naturaleza y de la gracia, y por consecuencia de este conocimiento os despreciaréis y no pensaréis en vos sino con horror. Os consideraréis como un reptil que lo mancha todo con su baba, o como un áspid que lo inficiona todo con su veneno, o como una maliciosa serpiente que sólo procura engañar. En fin, la humilde María os hará partícipe de su profunda humildad, la que os hará, despreciándoos, que no despreciéis a nadie y deseéis que os menosprecien.

Efecto 2º. La Santísima Virgen os dará parte de su fe, que fue sobre la tierra más grande que la fe de todos los Patriarcas, de los Profetas, de los Apóstoles y de todos los Santos.

Efecto 3º. Esta Madre del Amor Hermoso quitará de vuestro corazón todo escrúpulo, todo temor servil y desarreglado.

Efecto 4º. La Santísima Virgen os llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma porque ya no os acercaréis a Jesucristo por vosotros mismos, sino por medio de esta buena Madre.

Efecto 5º. El alma de la Santísima Virgen se os comunicará para glorificar al Señor. Su espíritu entrará en el lugar del vuestro, para regocijarse en Dios, su Salvador, siempre que seáis fieles a las prácticas de esta devoción.

Efecto 6º. Si cultivamos bien a María, que es el árbol de la vida en nuestra alma, siguiendo con fidelidad la práctica de esta devoción, Ella dará su fruto en su tiempo, y este fruto suyo es Jesucristo.

Efecto 7º. Por medio de esta práctica, fidelísimamente observada, daréis a Jesucristo más gloria en un mes, que de ninguna otra manera, por más difícil que sea, en muchísimos años.
 
Lectura del Tratado de la Verdadera Devoción
 
Puntos 201 - 207

Solicitud de María para con sus fieles servidores

201. Ved ahora los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores, que se han entregado a Ella del modo que he dicho, y según la figura de Jacob.

1º. María los ama

Amo a los que me aman (Pr 13, 17). Ella los ama:

1) porque es su Madre verdadera, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas;
2) los ama por reconocimiento, porque efectivamente ellos la aman como a su buena Madre;
3) los ama porque, estando predestinados, los ama Dios. Jacob amó, Esaú odió (Rm 9, 13);
4) los ama porque están enteramente consagrados a
Ella, y son su posesión y su herencia. Heredar en Israel (Si 24, 13).

202. Los ama tiernamente, y más tiernamente que todas las madres juntas. Poned, si os es posible, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen hacia sus hijos en el corazón de una sola madre para con su hijo único: esta madre amará ciertamente mucho a su hijo; sin embargo, la verdad es que María ama aún más tiernamente a sus hijos que esa madre puede jamás amar al suyo. No los ama solamente con afección, sino con eficacia: su amor para con ellos es efectivo y afectivo, como el de Rebeca para con Jacob, y aun mucho más.

Véase lo que esta buena Madre, de quien Rebeca era no más que figura, hace por obtener para sus hijos la bendición del Padre celestial:

203. 1º Busca, como Rebeca, las ocasiones favorables para hacerles bien, para engrandecerlos y para enriquecerlos.

Como ve claramente en Dios todos los bienes y los males, las buenas y malas fortunas, las bendiciones y maldiciones de Dios, dispone las cosas de lejos para librar de toda clase de males a sus servidores y colmarlos de toda clase de bienes, de modo que si hay alguna buena fortuna que alcanzar de Dios por la fidelidad de una criatura en algún alto empleo, es seguro que María procurará esta buena fortuna para cualquiera de sus queridos hijos y servidores, y le dará gracia para poseerla con fidelidad. Ella gestiona nuestros negocios, dice un santo.

204. 2º. Les da buenos consejos, como Rebeca a Jacob:

Hijo mío, sigue mis consejos (Gn 27, 8). Y entre otros consejos, les inspira que le lleven dos cabritos; es decir, su cuerpo y su alma, y que se los consagren, para aderezar con ellos un manjar que sea agradable a Dios, y que cumplan todo lo que Jesucristo, su Hijo, ha enseñado con sus palabras y ejemplos. Y si no les da por sí misma estos consejos, lo hace por ministerio de los ángeles, los cuales jamás se honran tanto ni experimentan mayor placer que cuando obedecen a algunas de sus órdenes, bajando a la tierra y socorriendo a algún servidor suyo.

205. 3º. Y ¿qué es lo que hace esta bondadosa Madre cuando se le ha llevado y consagrado el cuerpo y el alma y todo cuanto de ellos depende sin excepción de cosa alguna?

Lo que hizo en otro tiempo Rebeca con los cabritos que le llevó Jacob;

1º. los mata, haciéndolos morir a la vida del viejo Adán;
2º. los desuella y despoja de su piel natural, de sus inclinaciones naturales, de su amor propio y propia voluntad y de todo apego a las criaturas;
3º. los purifica de sus manchas, suciedades y pecados;
4º. los adereza al gusto de Dios y a su mayor gloria.

Y como sólo María es la que conoce perfectamente este gusto divino y esta mayor gloria del Altísimo, sólo Ella es la que, sin engañarse, puede acomodar y aderezar nuestro cuerpo y nuestra alma a este gusto infinitamente exquisito y a esta gloria infinitamente oculta.

206. 4º. Esta tierna Madre, después de recibir la ofrenda perfecta, que le hemos hecho de nosotros mismos y de nuestros propios méritos y satisfacciones, por la devoción de que he hablado, y después de habernos despojado de nuestros antiguos vestidos, nos engalana y nos hace dignos de presentarnos delante de nuestro Padre celestial:
 
1º. nos reviste con los vestidos limpios, nuevos, preciosos y perfumados de Esaú el primogénito; es decir, de Jesucristo, su Hijo, que Ella guarda en su casa, esto es, que Ella tiene en su poder, ya que es la tesorera y la dispensadora universal y eterna de las virtudes y de los méritos de su Hijo, Jesucristo, que Ella da y comunica a quien Ella quiere, como Ella quiere y tanto cuanto Ella quiere, según vimos arriba (núms. 25 y 141);
 
2º. Ella cubre el cuello y las manos de sus servidores con las pieles de los cabritos muertos y desollados; es decir, los adorna con los méritos y el valor de sus propias acciones. Ella mata y mortifica, en efecto, todo lo que hay de impuro e imperfecto en sus personas; pero no pierde ni disipa todo lo bueno que la gracia ha obrado allí, sino que lo guarda y aumenta, para hacer con ello el ornato y la fuerza de su cuello y de sus manos, es decir, para fortificarnos a fin de que puedan resistir el yugo del Señor, que se lleva en el cuello, y de que realicen grandes cosas para la gloria de Dios y la salvación de sus pobres hermanos; 

3º. Ella confiere nuevo perfume y nueva gracia a estos vestidos y adornos, comunicándoles sus propios vestidos, es decir, sus méritos y virtudes, que Ella les ha legado en su testamento, al morir, como dice una santa religiosa del último siglo, muerta en olor de santidad, y que lo supo por revelación (Se refiere a la Venerable Mª Jesús de Agreda). De modo que todos sus domésticos, sus fieles servidores y esclavos están doblemente cubiertos con los vestidos de su Hijo y con los suyos propios (Pr 31, 21); por eso ellos nada tienen que temer del frío de Jesucristo, blanco como la nieve, al contrario de los réprobos, los cuales, completamente desnudos y despojados de los méritos de Jesucristo y de la Santísima Virgen, no lo podrán soportar. 

207. 5º. En fin, les alcanza la bendición del Padre celestial, por más que, no siendo los primogénitos, sino sólo hijos segundos y adoptivos, no debieran naturalmente recibirla. Con estos vestidos nuevos, preciosísimos y olorosísimos, y con su alma bien preparada, se acercan al lecho de reposo de su Padre celestial. 

Este buen Padre, oye y distingue su voz, que es la del pecador, toca sus manos cubiertas de pieles, siente el buen olor de sus vestidos, come con gusto lo que María, su Madre, le ha preparado, reconociendo en ellos los méritos y el buen olor de su Hijo y de su Santísima Madre, y 1º. les da su doble bendición, bendición del rocío del cielo, es decir, de la gracia divina, que es la semilla de la gloria: Nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los cielos en Cristo (Ef 1, 3); bendición de la fertilidad de la tierra (Gn 27, 28), es decir, les da este Padre bueno su pan de cada día y bastante abundancia de bienes de este mundo; 2º. los hace señores de sus demás hermanos los réprobos, y por más que esta primacía no se vea siempre en este mundo, que pasa en un instante, y en que frecuentemente dominan los réprobos: Hablarán únicamente y se jactarán los pecadores (Sal 93, 4)... Ví al impío sumamente ensalzado y empinado (Sal 36, 35); no por eso deja de ser verdadera, y aparecerá manifiestamente en el otro mundo, por toda la eternidad, en la que los justos, como dice el Espíritu Santo, dominarán y mandarán a las naciones (Sb 3, 8). 

3º. Su Majestad, no contento con bendecirlos en sus personas y en sus bienes, bendice también a todos aquellos que los bendigan y maldice a todos los que los maldigan y persiguen.
 
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
 
Oraciones Diarias Correspondientes
ORACIONES QUE SE REZARÁN DESDE EL
DÍA 20º. AL 26º. INCLUSIVE

LETANÍA DEL ESPÍRITU SANTO
(Sólo para devoción privada)

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, 
Dios, Espíritu Santo, 
Trinidad Santa, un solo Dios, 

A cada invocación responder: ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual Han hablado los profetas. 
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. 
Espíritu que das testimonio de Cristo. 
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas.
Espíritu que sobreviene a María. 
Espíritu del Señor que llena todo el orbe. 
Espíritu de Dios que habita en nosotros. 
Espíritu de sabiduría y de entendimiento. 
Espíritu de consejo y de fortaleza. 
Espíritu de ciencia y de piedad. 
Espíritu de temor del Señor.
Espíritu de gracia y de misericordia. 
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad 
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz. 
Espíritu de humildad y de castidad. 
Espíritu de benignidad y de mansedumbre. 
Espíritu de multiforme gracia.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios. 
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables.  
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma.  
Espíritu en el cual renacemos. 
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones. 
Espíritu de adopción de los hijos de Dios.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste. 
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos. 
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres. 

Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.

A cada invocación responder: líbranos, Señor

De todo mal, 
De todo pecado. 
De tentaciones e insidias del demonio. 
De la presunción y desesperación. 
De la resistencia a la verdad conocida 
De la obstinación y de la impenitencia. 
De la impureza de la mente y del cuerpo
Del espíritu de fornicación.
De todo espíritu del mal. 
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán.

A cada invocación responder: Te rogamos óyenos.

Por tu advenimiento sobre los discípulos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne. 
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 
Para que no creamos a todo espíritu. 
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud. 
Para que nos confirmes por tu Espíritu soberano. 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones, y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
 
LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. 
Dios Espíritu Santo. 
Trinidad Santa un solo Dios. 

A cada invocación responder: Ruega por nosotros

Santa María. 
Santa Madre de Dios. 
Santa Virgen de las vírgenes. 
Madre de Cristo. 
Madre de la Iglesia. 
Madre de la divina gracia. 
Madre purísima. 
Madre castísima. 
Madre inviolada. 
Madre virgen. 
Madre inmaculada.
Madre amable. 
Madre admirable. 
Madre del buen consejo. 
Madre del Creador. 
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima. 
Virgen digna de veneración. 
Virgen digna de alabanza. 
Virgen poderosa. 
Virgen clemente.
Virgen fiel. 
Esclava del Señor. 
Espejo de justicia. 
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría. 
Vaso espiritual. 
Vaso honorable. 
Vaso insigne de devoción. 
Rosa mística. 
Torre de David. 
Torre de marfil. 
Casa de oro. 
Arca de la alianza. 
Puerta del cielo. 
Estrella de la mañana. 
Salud de los enfermos. 
Refugio de los pecadores. 
Consoladora de los afligidos. 
Auxilio de los cristianos. 
Reina de los ángeles. 
Reina de los patriarcas. 
Reina de los profetas.
Reina de los apóstoles. 
Reina de los mártires. 
Reina de los confesores. 
Reina de las vírgenes. 
Reina de todos los santos. 
Reina concebida sin mancha original. 
Reina asunta a los cielos. 
Reina del Santísimo Rosario. 
Reina de la familia. 
Reina de la paz.
Reina de los esclavos de amor 

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que nos hagamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
 
Ave Maris Stella

Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.

Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.

Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.

Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.

Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.

Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
 
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA de San Luis Mª Grignion de Montfort
 
¡Salve, María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, Madre admirable del Hijo; salve, Madre, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por justicia, pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
 
Si algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir todo lo que os guste. La luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Tú.
 
No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Ti el ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer, en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Ésta es, divina María, la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin interés, como el más vil de los esclavos. 
 
La sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amen es: amén (así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y en la eternidad. Amén.

RÉCESE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTISIMA VIRGEN

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